GENTE YOLD. Historia de un amor particular

Amores y desamores de Frédéric Chopin y George Sand

Redacción Yold
16 octubre, 2024

Se cumplen 175 años de la temprana muerte, a los 39 años, del pianista y compositor polaco, Frédéric Chopin. Prodigio de la música clásica, ícono del romanticismo, se codeó con lo más excelso de su tiempo y conquistó la admiración general de su entorno. En Mallorca, junto a la escritora George Sand, vivió un momento crucial de su vida. Un tiempo marcado por la pasión y la enfermedad que hasta el cine ha inmortalizado. Hoy nos asomamos a ese amor de leyenda que impregnó la mejor obra del compositor.

Frédéric Chopin nació en el año 1810 en la pequeña localidad de Zelazowa Wola con el nombre de Fryderyc Francescik Chopin. Fue el segundo de los cuatro hijos del profesor de literatura, Mikilao Chopin, y la aristócrata Tekla Justyna Krzyżanowska, y el único varón en aquella familia refinada y culta que le permitió crecer con una buena educación y en un entorno de veladas musicales y literarias.

El musico en su juventud

Su prodigiosa aptitud musical se hizo evidente desde muy pequeño, ya que con apenas 6 años tocaba el piano, y a los 7 había escrito una polonesa y una marcha militar. Dio su primer concierto a los 8 años, y a los 11 lo hizo ante el Zar Alejandro I, durante una visita de éste a Varsovia, causando la admiración de todos los asistentes al concierto benéfico. Su primer maestro de piano, Wojciech Zywny, quedó tan impresionado por las dotes innatas del pequeño, que resolvió permitirle desarrollarse sin reglas académicas ni formales. A los 13 años, Frédéric ingresó en el conservatorio de música de Varsovia, donde el compositor Józef Elsner pronto se referiría a él como a un genio musical. Años después, Chopin dedicaría a Elsner su primera sonata: Sonata in C minor Opus 4 y sus variaciones Opus 2.

Varsovia se quedaba pequeño para el talento de Chopin, así es que la familia le sufragó viajes a Berlín y Viena. En 1830 se disponía a desplazarse a Alemania e Italia para continuar estudiando cuando Polonia se alzó contra Rusia. La compleja situación política y su frágil salud acabaron desviándolo a París. Los inicios en la capital de Francia fueron algo complicados porque su estilo tan delicado para interpretar el piano no encajaba con los gustos del lugar, pero finalmente sus vínculos con los poderosos banqueros Rothschild, junto a sus elegantes modales, lograron introducirle en las mejores familias parisinas como profesor. En adelante pudo vivir cómoda y holgadamente de la enseñanza y la composición, que era lo que realmente le gustaba, ya que dar conciertos le desagradaba y le generaba una gran tensión.

Frédéric Chopin. Detalle de fotografía de L.A. Bisson, 1849, tomada en la casa de su editor en Paris.

George Sand irrumpe en la vida del compositor

En París estableció amistad con compositores de la talla del austro-húngaro Franz Liszt y del francés Louis Hector Berlioz. También conoció al italiano Vincenzo Bellini y al alemán Felix Mendelssohn. Otras figuras destacadas del ámbito de la cultura también formaron parte de su círculo de amistades, como el escritor Heinrich Heine.

La escritora en su juventud, vestida a lo garçon

Pero París fue, sobre todo, el escenario en el que conoció a Amantine Aurore Lucile Dupin de Dudevant; una escritora excéntrica, de fuerte personalidad, divorciada, madre de dos hijos y algunos años mayor que él, que se vestía como un hombre y firmaba sus obras con el pseudónimo de George Sand. Con ella compartió diez intensos años marcados por la pasión; pero también por el sufrimiento, la enfermedad y el desengaño.

Chopin y Sand se conocieron en 1836 y al parecer, inicialmente ninguno tuvo una percepción demasiado favorable del otro

.Frédéric Chopin no había tenido hasta entonces demasiado éxito en el amor. De joven, en Varsovia, había amado en silencio a Constantia Gladkowska, sin llegar nunca a manifestarle su amor. Y con Maria Wodzinska había llegado a comprometerse, pero la familia de la joven consiguió frustrar la relación.

Chopin, acuarela de Maria Wodzinska

Chopin y Sand se conocieron en 1836 y al parecer, inicialmente ninguno tuvo una percepción demasiado favorable del otro. Para Chopin, la escritora resultaba demasiado varonil, y para Sand, el compositor era extremadamente delicado. Sin embargo, el hombre tímido, pudoroso, moralista y obediente de las normas sociales, no tardó en caer bajo el embrujo de la carismática y poco convencional novelista, desobediente de los estereotipos de género.

Valldemosa, su romántico refugio de amor en Mallorca

Mallorca, ilusión y pesadilla

A finales de 1838 Aurore decide trasladarse a las islas Baleares con sus dos hijos, Maurice y Solange. Chopin ve en ese viaje a Mallorca la oportunidad de reavivar su relación con Sand en un lugar ideal para su frágil salud. La belleza de la isla impacta al compositor, que escribe en su diario: “El cielo es como turquesa, el mar como esmeraldas”. Pero muy pronto ese entorno se convertirá en una pesadilla, ya que la villa que alquilan es fría y húmeda, y del todo inadecuada para la salud del músico que empieza rápidamente a deteriorarse. Los rumores acerca de su tuberculosis, junto a los recelos que despierta la excéntrica pareja en la cerrada, católica y moralista sociedad de la isla, dificulta su estancia en la ciudad. Eran la comidilla del lugar y solo el cónsul francés y su esposa les habían brindado trato.
De modo que instalarse en un monasterio situado en el remoto pueblo de Valldemosa, resultó su única opción para continuar en Mallorca.

Chopin ve en ese viaje a Mallorca la oportunidad de reavivar su relación con Sand en un lugar ideal para su frágil salud

Pero a medida que la enfermedad de Chopin progresaba, la relación se resquebrajaba. El compositor, dependiente emocional y físicamente de la escritora, veía acrecentar su vulnerabilidad. Por su parte, para George, el inesperado rol de cuidadora de “Chip”, “Chip”, “Chipette” o “Chopinsky” (que era los cariñosos apodos con los que le llamaba), sin ningún tipo de ayuda y en total soledad, la desbordó y la llevó al agotamiento físico y emocional. Crecía el desengaño y el distanciamiento entre ambos. En su libro Un invierno en Mallorca, la novelista expresa sus frustraciones y su enfado por el vacío y por la indiferencia manifiesta de los mallorquines, a quienes describe como “una raza estúpida, ladrona e intolerante”. En febrero, de 1839, solo 95 días después de su llegada a la isla, la pareja abandona Mallorca para regresar a París.

Sand, retrato de madurez

Con todo, en este período Chopin escribe varias mazurkas, nocturnos y piezas tan únicas como el Preludio de las gotas de lluvia, así como el Scherzo No. 2 en si bemol menor, Op. 31 considerada una de sus obras más brillantes.

Últimos rescoldos de pasión

A principios de marzo de 1839, Georges y Chopin llegan a Marsella, donde el músico recibe el adecuado tratamiento médico para su tuberculosis. Ese verano se trasladan a la casa que Sand posee en Nohant, a unos 300 kilómetros al sur de París. Una elección de lo más acertada, ya que, en ese escenario, al que vuelven cada verano, viven sus momentos más felices como pareja y más productivos como creadores. Allí les visitan amigos como la mezzosoprano Pauline Viardot, o el pintor Eugène Delacroix. Chopin vuelve a impartir clases de piano, y compone varias de sus mejores obras, como la Sonata para piano en si bemol menor, Op. 35 famosa por su tercer movimiento, conocido como la Marcha Fúnebre. Otras piezas singulares fueron la Balada en la bemol mayor, Op. 47, o Fantasía en fa menor, Op. 49.

En Nohant, a unos 300 kilómetros al sur de París, viven sus momentos más felices como pareja y más productivos como creadores

Pero los magníficos momentos en Nohant no tienen continuidad en París, donde los reproches, los celos, las infidelidades, y las tensiones familiares van minando una vez más la relación. En 1848 se produce la ruptura definitiva. Chopin viaja ese mismo año a Inglaterra y Escocia, donde su salud vuelve a deteriorarse de forma acusada, por lo que regresa a Francia a finales de ese año. Muere unos meses después, el 17 de octubre de 1849. Es sepultado en el cementerio parisino de Père Lachaise, y su corazón trasladado a la Iglesia de la Santa Cruz de Varsovia, en su amada Polonia natal.

La figura de Frédéric Chopin no solo ha inspirado a músicos y compositores, sino también a cineastas, novelistas y dramaturgos, y su compleja relación con George Sand, ha quedado retratada en obras de teatro y en películas

Los escenarios del compositor

Los sitios que albergaron momentos cruciales de la vida de Chopin y Sand, como la casa de la escritora, en Nohant, y la Real Cartuja de Valldemossa en Mallorca, son hoy lugares de peregrinaje al que acuden cada año centenares de visitantes. También el Museo Fryderyk Chopin, en Varsovia, es un espacio de memoria y de homenaje al más alto exponente del Romanticismo, en la música. Imbuido del espíritu patriótico-nacionalista de aquel momento de la historia europea, la música popular de Polonia fue siempre marca y sustrato de sus composiciones.

Hendrik_Siemiradzki_. Litografia con Chopin tocando el piano

La figura de Frédéric Chopin no solo ha inspirado a músicos y compositores, sino también a cineastas, novelistas y dramaturgos. La historia de su vida, así como su compleja relación con George Sand, ha quedado retratada en obras de teatro y en películas como Chopin: Un amor imposible (2002) de Jerzy Antczak o A Winter in Mallorca (1988) dirigida por Robert D. Yeoman, entre otras.

A 175 años de su muerte, recordamos al ser humano que convirtió el apasionado amor por su patria y por George Sand, en un legado musical inmortal, único, poderoso y conmovedor.

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