MUNDO YOLD. La vida de Puyi sirvió para hacer una de las mejores películas de la historia

Cien años desde que el último emperador fue expulsado de la Ciudad Prohibida

Angel Domingo
18 noviembre, 2024

El 5 de noviembre de 1924, hace ahora un siglo, el golpe de Estado perpetrado por el comandante chino Feng Yuxiang acababa con cientos de años de dinastías imperiales en China. El último emperador, Puyi, fue expulsado de la Ciudad Prohibida, el refugio de la corte imperial en Pekin, donde había nacido y había sido criado como un semidios. Desde entonces, su vida pasó por un sinfín de situaciones: desde ser nombrado regente del territorio de Manchukuo hasta pasar años en las cárceles chinas. Falleció en la misma ciudad que le vio nacer, pero siendo un ciudadano anónimo que trabajaba como jardinero. Su última esposa, una enfermera llamada Li Shuxian, pudo editar sus memorias, y con ellas, años después, el director Bernardo Bertolucci realizó una de sus mejores películas. Hoy recordamos la historia real y cinematográfica de El último emperador.

El pequeño Puyi había nacido en febrero de 1906, siendo el sobrino del entones emperador Guangxu, en un entorno marcado por la decadencia y las disputas familiares entre los miembros de la dinastía Quing. Caracterizado también por el cada vez mayor rechazo del pueblo chino a la forma de gobierno imperial que regía desde hacía siglos en el país. Su tía, la emperatriz viuda Cixi, le eligió para ser el heredero del trono del Dragón. Así creció entre los muros de la Ciudad Prohibida, que era desde hacia 500 años, la residencia de la dinastía Quing.

El joven emperador, en 1922

A los dos años, cuando Guangxu murió, Puyi heredo el trono; siendo tan niño, comenzaron a tratarlo como el emperador, y fue educado como una especie de Dios en la tierra, adorado y reverenciado. Un niño solitario y extraño, que creció sin apenas vínculos familiares ni cariño humano. Su figura permaneció incluso cuando, en 1911, la revolución acabó con el imperio y nació la República de China. Los nuevos gobernantes no se decidieron a eliminarlo: prefirieron mantener al emperador Puyi dentro de la Ciudad Prohibida, como un souvenir del antiguo pasado imperial, para que disfrutara de su palacio familiar y los maravillosos jardines de la Ciudad Prohibida.

Su figura permaneció incluso cuando, en 1911, la revolución acabó con el imperio y nació la República de China.

De hecho, al niño soberano ni siquiera le informaron de que su imperio ya no existía. La vida siguió igual -aunque fuera una mentira- dentro de la corte, y el emperador se casó en 1922 con sus dos primeras esposa Xen Xiu y Wan Rong, de las que se divorciaría años después. También habría una tercera, Tan Yuling, que era una simple dama de palacio, pero que se convirtió en su favorita.

De hecho, al niño soberano ni siquiera le informaron de que su imperio ya no existía.


La corte del emperador con el tutor Reginald Johnston; el emperador, con gafas oscuras, se encuentra en la parte superior a Johnston.

Un emperador como marioneta

Así fue hasta que una nueva revolución, en octubre de 1924, llevó al fin definitivo del imperio: el señor de la guerra, Feng Yuxiang, expulsó a Puyi y a todo su séquito de la Ciudad Prohibida, que fue requisada por el nuevo gobierno chino. A partir de este momento, con los medios que aún le quedaban, Puyi se trasladó a Japón, donde gracias a sus influencias llegaría a ser nombrado regente de Manchuria y emperador de Manchukuo; pero este puesto era apenas simbólico, ya que realmente carecía de poder. Aquel nombramiento fue una estrategia de los japoneses para mantener su potestad en estas tierras que habían conquistado a China. Nombrando al antiguo emperador de China como nuevo emperador de Manchuria, Japón intentó dar cierta legitimidad a su dominio sobre la región. De alguna forma, Puyi se convirtió en la marioneta perfecta para los nipones. En Manchuria se casó con Li Yuqin, a la que convirtió en su cuarta esposa.

Así fue hasta que una nueva revolución, en octubre de 1924, llevó al fin definitivo del imperio: el señor de la guerra, Feng Yuxiang, expulsó a Puyi y a todo su séquito de la Ciudad Prohibida, que fue requisada por el nuevo gobierno chino

Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, y con la derrota de Japón, China recuperó sus posesiones en Manchuria y fue detenido por el Ejército rojo. Si bien antes nunca había sido acusado en su propio país por haber sido emperador de todos los chinos, ahora le juzgaban por su colaboración con los japoneses y por haberse erigido en emperador de Manchuria. Fue enviado a la cárcel y permaneció años en un campo de reeducación. No recuperó su libertad hasta 1960.

Como regente de Manchukuo

Desde este momento, y hasta que falleció en 1969, Puyi vivió en Pekín, la ciudad donde había crecido como emperador, pero convertido en un ciudadano anónimo y totalmente normal. Trabajó como jardinero y bibliotecario y se casó con una enfermera, Li Shuxian, que fue su última esposa. Ayudado por Li y por el escritor Wang Qingxiang, Puyi pudo relatar sus memorias, y dejar al mundo un magnífico legado: su autobiografía.

Ayudado por Li y por el escritor Wang Qingxiang, Puyi pudo relatar sus memorias, y dejar al mundo un magnífico legado: su autobiografía.


Puyi con su última esposa, la enfermera Li Shuxian.

Una película para la historia

Desde el principio y al conocer la historia, Bernardo Bertolucci se propuso realizar una gran obra cinematográfica. Lo consiguió gracias a un importante presupuesto y también, a la colaboración del gobierno chino, que dio permiso para que -por primera vez- se rodara en la propia Ciudad Prohibida. El hermano pequeño de Puyi, Pujie, ayudó al equipo asesorando en el rodaje. Eso sí: antes de comenzar el mismo, Bertolucci se aseguró, y exigió que quedara por escrito, que las autoridades chinas no influyeran en su película, ni censurando secuencias ni obligando a modificar diálogos.

Cartel de la pelicula

El director también pudo contar con la presencia de miles de extras o de vestuarios y atrezos originales de la época. Cuatro actores diferentes interpretaron al emperador en diferentes etapas de su vida, especialmente John Lone, quien encarnó a Pu Yi desde los dieciocho años.

El gobierno chino dio permiso para que -por primera vez- se rodara en la propia Ciudad Prohibida

La obra de Bertolucci fue criticada por algunas escenas no del todo exactas, como cuando describe el intento de suicidio de Pu Yi. Pero, en suma, la película resultó una auténtica obra de arte, en la que Bertolucci supo representar de forma fascinante aspectos como la primera infancia del pequeño, sin afectos ni figuras paternas que le enseñaran ciertas responsabilidades. La maravillosa interpretación de Peter O’Toole como el tutor de Puyi, Reginald Johnston, junto con la fantástica música de Ryuichi Sakamoto, culminaron esta obra única, que forma parte de nuestras vidas. Se estrenó en 1987 y ganó nada menos que nueve Oscars, aparte de otros muchísimos más premios.

El gobierno chino posibilitó una gran cantidad de medios para lograr la grandeza del film


Se estrenó en 1987 y ganó nada menos que nueve Oscars, aparte de otros muchísimos más premios.

Hace ahora un siglo, el ultimo emperador de China perdía el hogar desde donde sus ancestros habían dirigido su mundo. ¿Qué mejor forma de recordar esta grandiosa historia, que a través de la igualmente grandiosa película que la narró? Sin duda, es un buen momento para volver a verla.

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