Mundo Yold. Unos manuscritos encontrados en una maleta desvelan nuevas claves para conocer a la escritora que tanto nos hizo soñar en nuestra infancia

Elena Fortún: secretos en una vieja maleta

Inés Almendros
6 enero, 2018

Casi todos los yold conocemos los cuentos de Celia, el personaje creado por Elena Fortún, a la que diferentes circunstancias relegaron al olvido. Hace algunos años, unos manuscritos descubiertos en una vieja maleta nos ayudaron a recuperar su memoria y a conocer su dual personalidad: la de una apasionada feminista, de contradictoria sexualidad, encerrada en la vida de una casada convencional.

En los años ochenta Marisol Dorao, especialista en literatura infantil y juvenil, viajó a Nueva York con un objetivo: visitar a Anne Marie Hug, nuera de la escritora Elena Fortún, quien había fallecido más de treinta años antes, en 1952. Anne Marie, que era la única persona que quedaba viva en la familia, estaba viuda: el hijo de Elena, el abogado Luis de Gorbea Aragoneses, se había suicidado en 1954.

En la maleta, entre viejas cartas y escritos, aparecieron dos joyas inéditas: los manuscritos desconocidos de Celia en la revolución Oculto sendero.

Durante el encuentro de ambas, en la ciudad de los rascacielos, Anne Marie entregó a Marisol una maleta vieja llena de papeles que había pertenecido a su suegra, con quien no tuvo precisamente una buena relación. Allí, entre viejas cartas y escritos, aparecieron dos joyas inéditas: los manuscritos desconocidos de Celia en la revolución y Oculto sendero. Ambos libros, de los que nada se sabía hasta la fecha, y que llevaban décadas escondidos en aquella maleta, vinieron a iluminar partes desconocidas de la biografía de Elena Fortún a quien, en realidad, muy pocos habían conocido de verdad.

primera comunion

En su primera comunión

Sueños y niños
Ni siquiera su nombre era el auténtico. En realidad se llamaba Encarnación Aragoneses Urquijo, pero adoptó como seudónimo el nombre de uno de los personajes creados por su marido, el militar y aspirante a literato, Eusebio de Gorbea, en su novela Los mil años de Elena Fortún. Encarna nació en 1886, en la madrileña calle Bailén, junto al Palacio Real, porque su padre era alabardero de la corte.

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Una estampa familiar

Luego la familia se trasladó al barrio de Huertas, donde el progenitor trabajaría como administrador en uno de los edificios. En las cartas que escribía a sus amigas la escritora se quejaba de que apenas la dejaban jugar en la calle, pues sus padres consideraban que los niños del barrio eran de menor alcurnia que ellos. En su solitaria niñez, la niña germinó una infancia de sueños que le duraría toda su vida.

Sus padres consideraban que los niños del barrio eran de menor alcurnia que ellos y no la permitían jugar en la calle.

Su padre murió cuando ella era una adolescente, y su madre y ella se vieron en una situación complicada: el matrimonio se atisbaba, por entonces, como único futuro, como por otra parte sucedía a casi todas las mujeres. Su primo segundo, Eusebio de Gorbea Lemmi, militar y aficionado a escribir, fue el elegido. Se casaron en 1904, y tuvieron dos hijos, Luis y Manuel (apodado Bolín), que nacieron en 1908 y 1909.

Su hijo fallecido, Bolín

Su hijo fallecido, Bolín

Por aquel entonces, el personaje ilustre de la casa era Eusebio que se sentía mucho más escritor que militar, y que publicó unas cuantas novelas y obras teatrales con relativo éxito, hasta el punto de que alguna fue estrenada incluso en los teatros de Madrid, como Los que no perdonan que se representó en el Eslava.

Eusebio de Gorbea en sus tiempos de autor literario

Eusebio de Gorbea en sus tiempos de autor literario

Hasta entrados los años veinte, Encarna ejercía mayormente de amante madre y esposa, aunque su inquietud creativa iba por dentro: cuando llevaba a sus hijos a jugar al Retiro ya anotaba las pequeñas historias infantiles que le inspiraban los niños en el parque con tanta gracia que una de sus mejores amigas, María Lejárraga, esposa de Gregorio Martínez Sierra, la animó a escribir y publicar.

Florinda-diez-hernandez, la niña que inspiró el personaje de Celia

Florinda Díez, la niña en la que la escritora se inspiró crear a Celia

Por aquellos tiempos también se hizo íntima de Mercedes Hernández, esposa del militar Eduardo Díez del Corral, cuya familia se convirtió en su inspiración. De hecho, fue la hija de esta, la pequeña Florinda Díaz Hernández, en quien se fijó para crear al personaje de Celia. En 1920 Encarna sufrió el gran golpe de su vida, cuando falleció su hijo pequeño, Bolín, una muerte de la que no se recuperaría jamás, y que empujó su cada vez mayor deriva hacia sí misma.

Encarna, en el centro de la imagne, con amigos y familiares. La izquierda, la pequeña Florinda.+

Encarna, en el centro de la imagen con amigos y familiares. A la izquierda, la pequeña Florinda, modelo del personaje de Celia

Durante los años veinte, su evolución continuó: el ambiente intelectual en el que la había introducido su marido fue el puente para saltar a los interesantísimos círculos femeninos de la época como, por ejemplo, el Círculo Sáfico de Madrid, creado por Victorina Durán o el Lyceum Club de Madrid, fundado por María de Maeztu, al que también pertenecían Victoria Kent, Zenobia Camprubí (esposa de Juan Ramón Jiménez), María Lejarreta y otras muchas más.

Señoritas del Lyceum Club, una de las más intereesantes institucinoes de la época

Señoritas del Lyceum Club, una de las más interesantes instituciones de la época

Encarna dejó de ser la tranquila esposa y madre, para iniciarse definitivamente como escritora. Comenzó publicando artículos en revistas femeninas como Revista del Mundo y de la Moda, hasta que inició su serie de relatos sobre Celia, en la revista Blanco y Negro en el año 1928.

Los primeros cuentos y colaboraciones en revistas; este, en la revista Crónica.

Los primeros cuentos y colaboraciones en revistas; este, en la revista Crónica

Nace Elena, nace Celia
Las historias de Celia Gálvez de Montalbán inmediatamente tuvieron un gran éxito, de forma que la Editorial Aguilar le propuso recopilarlas en libros; así surgieron Celia, lo que dice (1929), Celia en el colegio (1932), Celia novelista (1934), Celia en el mundo (1934) y Celia y sus amigos (1935). En todos ellos relataba las historias de la famosa niña de familia bien, que vivía en el barrio de Salamanca, con unos padres modernos y cariñosos y su hermanito Cuchifritín.

Encarna dejó de ser la tranquila esposa y madre, para iniciarse definitivamente como escritora.

En muy poco tiempo, Encarna, conocida ya como Elena Fortún, se convirtió en una de las figuras más prestigiosas del mundo literario: sus libros se vendían como churros, colaboraba continuamente en revistas y periódicos, participaba en debates, en ferias, en reuniones de artistas… Su éxito fue el detonante definitivo de la transformación vital de su autora, pero no gustó igual a todo el mundo. A través de sus cartas privadas, Encarna se quejaba de la falta de apoyo de su marido Eusebio, que siempre llevó mal que al final fuese ella, y no él, quien triunfase en el mundo de las letras; y encima con obras infantiles, a las que él consideraba “menores”. Para no importunarle, Encarna debía incluso escribir sin que él la viera.

Firmando libros en una feria de literatura infantil, antes de la guerra

Firmando libros en una feria de literatura infantil, antes de la guerra

En esa época Encarna, ya madura, no solo descubre su auténtico “yo” intelectual, sino otros aspectos más íntimos de su vida. Entre las muchas y buenas amistades de sus círculos femeninos vivió una muy especial con la también escritora Matilde Ras (1881-1969); una relación amorosa, posiblemente casta, pero basada en una pasión y admiración romántica mutua, tal y como se deja ver en la correspondencia entre ambas, que fue publicada en el año 2016.

Vivió una muy especial amistad con la también escritora Matilde Ras (1881-1969); una relación amorosa, posiblemente casta, pero basada en una pasión y admiración romántica mutua.

Matilde, una gran intelectual, que fue también ensayista y analista literaria, se convertiría con los años en una experta grafóloga, hasta el punto de que hoy sigue siendo considerada como la artífice de la grafología moderna. Ambas compartieron el interés por muchas y variadas disciplinas, de hecho, Encarna también se inició en el estudio de la quiromancia, llegando incluso a publicar artículos al respecto.

Uno de sus artículos sobre quiromancia

Uno de sus artículos sobre quiromancia

Pero todo aquel mundo reventó con el estallido de la guerra civil, justo cuando Encarna estaba a punto de liberarse, ya que, en 1936, según algunas fuentes, preparaba su divorcio de Eusebio. La guerra, como tantas otras cosas, se llevó por delante todos sus sueños.

Pese al fracaso de su matrimonio, Elena y Eusebio seguían compartiendo familia e ideología, y ambos se comprometieron con la defensa de la República.

Una maleta y muchas respuestas
Pese al fracaso de su matrimonio, Elena y Eusebio seguían compartiendo familia e ideología. Ambos se comprometieron con la defensa de la República, y mientras que él se reincorporó al ejército republicano, el hijo de ambos, Luis de Gorbea Aragoneses, ya adulto, ejerció como abogado defensor de oficio en Albacete. La derrota republicana llevó a la familia fuera de España: Eusebio y Encarna marcharían a Argentina. Luis y su esposa Anne Marie se instalaron en Estados Unidos.

Durante el exilio en ARgentina

Durante el exilio en Argentina

Con la vida partida por la mitad, lejos de su hogar, Elena trabajó inicialmente como bibliotecaria, aunque, gracias a la ayuda de algunos amigos, retomó la escritura. A finales de los años 40 volvió a publicar nuevas aventuras de Celia; pero había un salto importante en los nuevos libros. La nueva Celia había dejado de ser una niña simpática y pizpireta para convertirse en una adulta seria y abnegada, que ahora trabajaba como institutriz en Argentina.

La nueva Celia había dejado de ser una niña simpática y pizpireta para convertirse en una adulta seria y abnegada, que ahora trabajaba como institutriz en Argentina.

En 1948 Eusebio y Encarna decidieron que era hora de volver a España; ella se adelantó y viajó a Madrid para arreglar los papeles e intentar recuperar su casa de Chamartín. Pero durante su ausencia, Eusebio, que arrastraba importantes depresiones, se suicidó dejando el gas abierto. Tras la desgracia, Elena vivió una temporada en Barcelona, unos meses en Nueva York, con su hijo y su nuera, y finalmente regresó a su ciudad, Madrid, donde falleció en 1952, de forma silenciosa y discreta, a los 66 años. Su hijo Luis también se suicidaría, dos años después.

Celia en la revolución es la “pieza” que faltaba en la saga de Celia.

Pasaron más de treinta años hasta que Marisol Dorao visitó a Anne Marie Hug en Nueva York y esta le entregó aquella maleta llena de papeles viejos. Entre ellos, estaba Celia en la revolución, libro escrito antes del exilio, durante el tiempo que Encarna pasó en el Madrid sitiado (1937-1938). En este libro, las divertidas aventuras de la niña bien se convierten en tragedia, con el abuelo fusilado, el papá herido y la despensa vacía.

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La Biblioteca Elena Fortún ha crecido con este nuevo título, prologado por Andrés Trapiello

La felicidad de los Gálvez de Montalbán se transforma en hambre y desconsuelo: “Yo me había figurado las revoluciones con muchedumbres aullando por las calles, hombres subidos a los árboles y a las farolas pidiendo cabezas; banderas y oradores que gesticulan en los balcones… Aquí hay silencio, polvo, suciedad, calor y hombres que ocupan el tranvía con fusiles al hombro…”. Tal vez para evitar problemas, tal vez para no mostrar esta parte triste de la historia, Encarna escondió este libro, que no se publicó hasta 1987 y el año pasado, 2016, se reeditó. Celia en la revolución es también la “pieza” que faltaba en la saga de Celia, entre los años 1934 (Celia y sus amigos) y 1939 (Celia madrecita). Y la niña, ya crecida, trabajando como institutriz en Argentina, es más triste y parada que la niña de Madrid, parte de la cual, al igual que Encarna, murió también en la revolución.

Elena Fortun

Encarna tuvo que esconderse de su marido para escribir y no “ofenderle” con sus éxitos como escritora

Pero también, entre los papeles de la maleta apareció Oculto sendero, una novela de inspiración autobiográfica, en la cual su protagonista se debate entre su realidad social, como mujer y esposa convencional, y su realidad interna, con sus deseos lésbicos y sus contradicciones ocultas y reprimidas. Más de ochenta años permaneció oculta esta obra que igualmente fue publicada en el año 2016, en nuestra era, cuando por fin, la homosexualidad está casi plenamente aceptada. Una novela de adultos a través de la cual Elena Fortún esbozó sus propias contradicciones vitales, que nunca se atrevió del todo a superar, y que mantuvo escondidas, como hizo con buena parte de su propio yo. Parece ser que Encarna había pedido a otra de sus grandes amigas que destruyera este manuscrito, pero jamás lo llegó a hacer, y por ello, con los años se pudo recuperar.

Portada de Oculto sendero, recientemente publicado

Portada de Oculto sendero, recientemente publicado

Una vieja maleta, unos papeles ocultos durante décadas, la vigilancia permanente de mujeres que, lejos de destruirlas, custodiaron estas obras; el esfuerzo de otra mujer que las descubrió. Una unión de factores gracias a los cuales hemos podido llegar a conocer en profundidad, no solo la obra, sino también la figura de Elena Fortún – Encarna Aragoneses. Una de tantas mujeres cuyo enorme genio tuvo que vivir encerrado entre las sombras, pero que se las apañó para dejar, a lo largo de su camino, obras llenas de luz.

 

Inés Almendros

Comentarios

  1. JULIO Sanchez dice:

    Acabo de leer Celia en la revolucion. Altamente recomendable. Es un retrato insuperable y lleno de desencanto de la guerra en la zona del gobierno. Leí a Elena Fortun en mi lejana adolescencia, a comienzos de los 60. Reencontrarla ha sido algo extraordinario

  2. JULIO Sanchez dice:

    Arriba

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