Gente Yold. Padre Ángel García, Fundador de Mensajeros de la Paz
“El que quiera ayudar, que ayude donde quiera y pueda”
Desde hace unos 50 años, el Padre Ángel García se dedica a ayudar a los demás. Su proyecto nació en una humilde asociación en Asturias. Ahora, Mensajeros de la Paz moviliza enormes fondos para miles de personas. Hoy nos recibe en la Iglesia de San Antón, un lugar que acoge y ofrece cariño a cualquier persona, a cualquier hora. Lo hemos comprobado.
En el número 63 de la madrileña calle de Hortaleza, en mitad del Madrid más castizo, pero también más moderno, usted, yo o cualquiera; seamos como seamos, vistamos como vistamos, tengamos o no dinero, y cualquiera que sea nuestra fe, encontraremos siempre un rincón abierto, donde todo el mundo es bien acogido: se trata de la Iglesia-Centro Social de San Antón. Un auténtico templo de fe y caridad, único posiblemente en todo el planeta, en el que cualquiera que entre, hasta el más desgraciado del mundo, podrá hallar un poco de consuelo, un abrazo, un sitio donde rezar. Pero también puede conectarse a internet, beber agua fresca, tomar un café, utilizar el wc o ver la tele, con una programación, eso sí, limitada a las conexiones con el Vaticano. Ah, también se admiten mascotas, y por supuesto se puede rezar, que es lo que hacen muchos de los que allí se hayan cuando el fotógrafo y yo accedemos al templo.
Nadie sino el Padre Ángel García, creador de la enorme ong Mensajeros de la Paz, podría haber puesto en marcha semejante espacio: una iglesia abierta siempre, en donde la teoría de la caridad cristiana se materializa y se hace por completo realidad. La iglesia es el cuartel general de Mensajeros de la Paz (Premio Príncipe de Asturias 1994 a la Concordia); un lugar donde se mezcla la actividad de los que entran, salen y ayudan, con la calma y el reposo de quienes rezan, miran o simplemente están allí, algunos con la mirada perdida entre las temblorosas llamas de las velas.
“Más de 60.000 personas entre niños, jóvenes y mayores, son atendidos en las numerosas casas de familia o comedores sociales de Mensajeros de la Paz”.
Hace ya más de medio siglo, en 1962, el Padre Ángel García, junto con su tocayo, el Padre Ángel Silva, fundaron la ong Cruz de los Ángeles, la semilla de lo que posteriormente sería Mensajeros de la Paz. Ambos eran dos jóvenes seminaristas que entendían el sacerdocio como una forma de promover la solidaridad y la igualdad. Mientras que el Padre Silva dirigió sus pasos hacia otros rumbos, García continuó empujando este proyecto hasta su actual dimensión. Dividida en distintas secciones especializadas, como Edad Dorada, Teléfono Dorado, Banco Solidario, Fundación Mensajeros de la Paz y ahora el Centro Social-Iglesia de San Antón, la obra del Padre Ángel ofrece ayuda a miles de personas de nuestro país y también de fuera: más de 60.000 entre niños, jóvenes y mayores, que son atendidos en sus numerosas casas de familia o comedores sociales. Cerca de 9 millones de llamadas se atienden desde el Teléfono Dorado, donde se trabaja para mitigar la soledad de muchos mayores. Pero además, Mensajeros tiene en plantilla de cerca de 4.000 trabajadores, casi todos ellos mujeres, y cuenta con el refuerzo de unos 5.000 voluntarios. Un trabajo de unas increíbles dimensiones promovido por este hombre de pequeño tamaño y gran magnitud, al que encontramos, al pie del cañón literalmente, entre los bancos de San Antón.
“Mientras el mundo sea mundo siempre habrá pobreza, pero debemos luchar para que las desigualdades sean las menores posibles”.
Gente Yold.: Padre, desde que empezó usted hasta ahora, han cambiado muchas cosas. Mensajeros de la Paz ahora es una enorme institución…
Padre Ángel.: -“Sí, es cierto. Comenzamos hace cincuenta años, haciendo hogares para estudio para niños; luego para mayores, para gente con SIDA… Y ahora hemos puesto en marcha este proyecto de iglesia abierta de 24 horas, para esta gente que se encuentra sin nada. Esta es la iglesia donde entran los unos y los otros. Intentamos ofrecerles una iglesia acogedora, con gente siempre acogedora, donde se puedan sentir bien. Queríamos que esta fuera una auténtica casa de acogida, e intentamos por lo menos poder decirles algo, darles cariño…”.
G.Y.: Su obra ya se ha extendido fuera de España. En los últimos años están trabajando también con refugiados.
P.A.: –“Sí, ahora mismo estamos con más de tres mil refugiados fuera de España, en Lesbos, Grecia; también en Budapest. Estamos intentando ayudarles”.
G.Y.: Estamos ya casi en Navidad. El año pasado apareció en todas las noticias la cena que organizó usted para la gente que no tiene hogar, aquí en la iglesia ¿Lo repetirán este año?
P.A.: -“Sí, eso queremos. Estamos esperando a ver qué oportunidades tenemos para hacerla, y qué nos pueden ofrecer para que en la Nochebuena la gente pueda ir a cenar, o para que cenen aquí en la iglesia”.
“El que quiera ayudar, que ayude como pueda. Da igual si nos ayuda a nosotros o a otra de tantas ongs que hacen cosas buenas. Que ayuden donde puedan y quieran. Eso es lo importante”.
G.Y.: ¿Qué le parece que en un mundo tan rico como el nuestro, haya tantos pobres? ¿Cree que el mundo puede cambiar?
P. A.: -“El mundo puede cambiar, pero desde que el mundo es mundo siempre hubo pobreza y riqueza. Jesús dijo `a los pobres los tenéis siempre entre vosotros´. Esa diferencia económica o de jerarquía existirá mientras el mundo sea mundo, pero tenemos que intentar que la diferencia sea lo menos posible, compartir más los unos con los otros”.
G.Y.: ¿Qué puede hacer una persona normal de la calle para ayudar a su proyecto?
P.A.: -“Pueden entrar en la página web y ver lo que hacemos, pero de una manera más especial aún, pueden venir a la iglesia, aunque les duela. O pueden ayudar a otras ongs. Nosotros queremos que el mundo sea mejor, da igual si nos ayudan a nosotros, o a otra de tantas ongs y de tanta gente buena que hace cosas buenas. Los que quieran ayudar que ayuden donde puedan y quieran, donde lo vean mejor. Eso es lo importante”.
G.Y.: ¿Hay que seguir la religión católica para hacer el bien?
P. A. -“La solidaridad, la caridad no es patrimonio de nadie; no es patrimonio de los comunistas de izquierdas, pero tampoco lo es de la derecha, ni tan siquiera es patrimonio de la iglesia, católica o no católica. A veces creemos que los católicos somos los únicos buenos, los que podemos hacer el bien. Decimos que los que creen en Dios somos mucho mejores. Pero no es verdad: todos somos hijos de Dios y todos podemos hacer el bien. El patrimonio de hacer el bien no es propiedad de nadie”.
Más información:
http://www.mensajerosdelapaz.com/
Entrevista: I. Almendros
Fotografías: Antonio Beas, de Krassia Photography, para Gente Yold
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