MUNDO YOLD. Se cumplen cien años del nacimiento del gran ícono femenino del Hollywood clásico
Lauren Bacall, la mirada de la seducción
En el centenario del nacimiento de la última gran diva del cine dorado de Hollywood, recordamos hoy con admiración a Lauren Bacall. Su versatilidad interpretativa la hizo brillar en todos los géneros y recibir los más prestigiosos galardones de la industria: Tonys, Globos de Oro, Premios SAG y un Oscar Honorífico. Protagonizó un amor de leyenda junto a Humphry Bogart, nunca se avergonzó de su edad, ni accedió a modificar su aspecto. Reivindicaba las señales del paso de los años y defendía la belleza de la madurez.
Betty Joan Perske, más conocida internacionalmente como Lauren Bacall nació en el Bronx, en plena ciudad de Nueva York, en septiembre de 1924, aunque su infancia transcurrió en Brooklyn. Fue hija única de un matrimonio de ascendencia judía, y procedencia rumana por parte de madre, que se divorció cuando la pequeña contaba con solo cinco años. Desde ese momento Bacall no volvió a ver a su padre. Cursó sus primeros estudios en internados para niñas de Tarrytown, en Nueva York, y en Manhattan.
A pesar de su acentuada timidez, y del empeño de su entorno familiar porque fuese “una judía modélica” desde muy joven Bacall sintió atracción por el mundo del baile y de la interpretación
A pesar de su acentuada timidez, y del empeño de su entorno familiar porque fuese “una judía modélica” desde muy joven Bacall sintió atracción por el mundo del baile y de la interpretación. Tanto que, ya de adolescente, asistía a lugares frecuentados por productores y actores, como el restaurante Sardi´s en Broadway, con la esperanza de ser descubierta y acceder al universo del cine. Desde los quince años tomaba clases de interpretación en la Academia Estadounidense de Artes Dramáticas, en Nueva York, donde al parecer tuvo un romance adolescente con quien entonces era su compañero de clase, el actor Kirk Douglas.
Si me necesitas, silba
Para costearse sus estudios, Lauren Bacall alternaba el trabajo de acomodadora de cine con el de modelo, ya que su innata sensualidad y su singular belleza la convertían en una figura atractiva para las fotos de revistas como Harper´s Bazaar, Vogue, y para la agencia Walter Thornton, que fue plataforma de lanzamiento para otras figuras conocidas de Hollywood.
El salto de Bacall a la industria cinematográfica se produjo tras su debut actoral en la obra Johnny 2 X 4 en Broadway, a los 17 años. Dos años más tarde la joven actriz logró captar la atención y el interés de uno de los más importantes directores de la época, Howard Hawks. Al parecer, fue después de que el productor la descubriera en una revista de moda. Así, bajo su dirección, en 1944, y todavía con el nombre de Betty Baccal, debutó en la película Tener o no tener como co-protagonista de una historia de intriga, junto a Humprhy Bogart. El hombre del que se enamoraría de inmediato y con quien se casaría un año después.
Su recordada frase en aquella película: “Si me necesitas, silba”, se convirtió en lema de vida. Juntos formaron una pareja perfecta en la gran pantalla: El sueño eterno, La senda tenebrosa y Cayo Largo volvieron a reunirlos como co-protagonistas. Ambos, además, compartían valores políticos y, a riesgo de ser acusados de comunistas, se involucraron en la defensa de derechos civiles y de libertad de expresión, enfrentándose públicamente al Comité de Actividades Antiamericanas, que en aquellos años a tantos intelectuales dejó fuera de juego.
Debutó en la película Tener o no tener como co-protagonista de una historia de intriga, junto a Humprhy Bogart. El hombre del que se enamoraría de inmediato y con quien se casaría un año después
La gran diferencia de edad, ya que Borgart tenía 25 años más que Bacall, y la adicción al alcohol del actor, añadieron dificultades a una relación por la que muy pocos apostaban. No obstante el matrimonio tuvo dos hijos, -el productor de noticias Stephen Bogart y la hija enfermera Leslie Bogart- y duró unido hasta la muerte por cáncer de esófago de Bogart, en 1957.
Entonces Lauren Bacall se convirtió en viuda, con apenas 32 años. En esos momentos de tristeza y soledad tuvo el apoyo de quien había sido un gran amigo de la pareja, Frank Sinatra; según los mentideros de la época, el cantante y actor se convirtió en su nuevo amor. Pero el idilio acabó mal. Bacall vivió a lo largo de su vida otras relaciones, y un segundo matrimonio con el actor Jason Robards, con quien concibió su tercer hijo, Sam Robards.
Una mujer segura de sí misma
Pero, si apasionada e intensa fue su vida privada, la profesional le regaló éxitos y la consolidó como estrella indiscutible desde bien temprano. A lo largo de su carrera co-protagonizó filmes con los más afamados actores y actrices del momento; entre otros, con Gary Cooper en Bright Leaf (1950),en How to Marry a Millionaire (1953) actuó junto a Marilyn Monroe y Betty Grable. También formó pareja con Gregory Peck en Designing Woman (1957), con Paul Newman en Harper (1966) e incluso con el mítico John Wayne en The Shootist (1976). En 1974 participó en la adaptación cinematográfica del libro de Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express, junto a Ingrid Bergman Jacqueline Bisset, Sean Connery Anthony Perkins y Vanessa Redgrave entre otras estrellas.
Si apasionada e intensa fue su vida privada, la profesional le regaló éxitos y la consolidó como estrella indiscutible desde bien temprano
En todas sus interpretaciones, a lo largo del tiempo, supo hacer brillar su esencia, sin claudicar ante las exigencias de estereotipos de belleza. Se quiso a sí misma tal y como era, y valoró su aspecto y sus años.
Con idéntico brillo se desenvolvió en musicales en Broadway como Applause (1970), Woman of the Year (1981) o The Mirror Has Two Faces (1996) que le valieron premios como un Globo de Oro, un BAFTA y un premio SAG.
Posiblemente mucho de esa merecida consagración como estrella haya tenido que ver con la astucia y visión con la que la actriz supo elegir obras y papeles. Al parecer, Bacall rechazó guiones por no considerarlos interesantes, y se granjeó en su momento la reputación de actriz difícil. Pero lo más acertado hubiera sido apreciar su inteligencia y sensatez para encarar su carrera profesional.
Posiblemente mucho de esa merecida consagración como estrella haya tenido que ver con la astucia y visión con la que la actriz supo elegir obras y papeles
Lauren Baccal falleció hace diez años, a punto de cumplir 90. Nunca perdió el poder de su mirada, su buen carácter y humor, ni ese glamour único de actriz de leyenda.
Por quien fue y por todo lo que hizo, toda nuestra admiración.
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