Mundo Yold. A los nietecitos se suman las mascotas, otra vuelta de tuerca en el abuso de cuidados que recae sobre los abuelos

De los creadores de “Papás, cuidarme al niño, llega “Papás, cuidarme al perro

 

 

 

 

Inés Almendros
23 mayo, 2022

Que vaya por delante que en Gente Yold nos consideramos animalistas de todo corazón; pero, dicho esto, debemos preveniros de esta última moda en el abuso a padres, suegros y abuelos bienintencionados. Estad alerta porque, cuando vuestros hijos deciden incorporar un peludo a su familia, hay muchas posibilidades de que acabéis cuidándolo vosotros.

Alicia, fue la primera que cayó. Hace un par de meses, durante una de nuestras reuniones de amigas, en las pocas ocasiones en las que asiste porque se pasa la vida cuidando a sus dos nietas, nos lo dijo: –La niña y su marido están pensando en adoptar un perrito, que les hace mucha ilusión”.

Marta, otra de nuestro grupo, giró rápidamente la cabeza y le advirtió: “Diles que no se les ocurra, que no tienen tiempo para cuidar a un perro; que como lo cojan, vais a acabar haciéndoos cargo de él Ramón y tú, como hacéis con las nietas”.

Los abuelos también deben alimentar al perrito, pasearle y llevarle al veterinario, entre otras cosas.

Pero, aunque, tanto Alicia como su marido, Ramón, intentaron con suaves consejos y leves sugerencias convencer a la joven parejita de la dificultad de añadir el correcto cuidado de un perrito a su estresante horario de trabajo, y al necesario cuidado de sus dos hijas, todo fue inútil. Hija y yerno se fueron a la protectora y trajeron a Churri, el nuevo miembro de la familia; un cachorrito tan mono y gracioso, como travieso y juguetón. Toda una fiesta para los jóvenes padres y las dos nietecitas, que celebraron la llegada del pequeño peludito, ante la zozobra de los preocupados abuelos.

Dos meses y pico después de aquello, ahora sí que ya no vemos a Alicia. De lunes a viernes, Ramón y ella cuidan de las dos nietas, y también, claro, de Churri. A la ya trabajosa agenda de llevar y recoger a las niñas del colegio; de darles de comer y merendar; de limpiar la casa y lavar la ropa y de, al mismo tiempo, mantener su propio hogar, los abuelos también deben alimentar al perrito, pasearle y llevarle al veterinario. Entre otras cosas.

Incluso cuando llega el fin de semana, aunque ni la hija ni el yerno trabajan, Ramón y Alicia continúan su sacrificada labor, porque el joven matrimonio necesita descansar de la dura semana laboral; y de paso, los sábados por la tarde suelen quedar con los amigos a tomar algo y relajarse; y entonces dejan a las niñas para que las cuiden sus abuelos. Con lo cual, Ramón y Alicia siguen teniendo a las dos nietecitas, y limpiando, y poniendo lavadoras, y haciendo comidas y meriendas, y yendo al parque y, por supuesto, sacando a Churri a pasear.

Hay que reconocer que, al menos, Churri ha sido una gran alegría para Ramón, porque ambos se han hecho inseparables. Ramón ha encontrado en el perrillo el compañero perfecto, una bola de pelos y de amor auténtico, fiel y leal, al que le duele dejar por la noche, cuando regresa a su hogar. Y por su parte, Churri considera a Ramón como a su auténtico humano, su dueño de verdad, el que lo cuida, el que lo pasea, el que, sin duda, más lo quiere, porque de eso los perros saben un montón. Y no entiende bien porqué, cuando llega la noche, Ramón se va a dormir a otra casa, y él se queda con esta parejita joven, que no está mal, pero que nunca le hacen tanto caso, ni le dan tantos mimos, como el bueno del abuelo.

Moraleja para todos los padres, abuelos y suegros yold del mundo entero: sabemos que cuidar de vuestros hijos y vuestros nietos es un acto que realizáis con todo el amor del mundo. Que lo hacéis por ayudarles y facilitarles la vida. Y también porque los adoráis. Y porque estar con vuestros nietos –hay que reconocerlo- os devuelve mucha, muchísima vida y felicidad.

Regla número uno: es muy importante saber poner LÍMITES cuando los hijos piden ayuda a sus padres.

Ahora, seamos serios: nosotros también estamos en una edad en la que debemos empezar a preocuparnos y cuidar de nosotros mismos. Necesitamos, -y nos lo hemos ganado a pulso- vigilar nuestro bienestar y nuestra salud; y vuestros hijos deben saberlo y ser conscientes, responsables y respetuosos con este hecho. Y lo cierto es que, que nosotros nos cuidemos a la larga también es un bien para ellos, ya que, si enfermamos, los hijos tendrán que prescindir de nuestra ayuda, y hasta lo mismo deben hacerse cargo de nosotros. Por eso, abusar de trabajar para los hijos no solo es injusto, sino que es cero recomendable, un gran error.

Por eso -regla número uno-, es muy importante saber poner LÍMITES cuando los hijos piden ayuda a sus padres. Y este, el de cuidar a sus mascotas, es uno de los casos en los que, claramente, hay que saber decir NO.

Porque si vuestros hijos, solteros o casados, separados o viudos, quieren poner una mascota en su vida, deben ser muy conscientes de que un animal es para toda la vida. Que necesita mimo y cuidados, como cualquier otro ser vivo. Que requiere un tiempo, gastos, un espacio, y mucha responsabilidad. Y que, aunque vosotros sois y siempre seréis los mejores padres del mundo, los que siempre estáis ahí, también tenéis vuestros límites. Y como no sois vosotros quienes buscan una mascota NO tenéis porqué asumir el cuidado de la de ellos.

Tener un perrito, un gatito, o cualquier otro animal, es la mejor aportación para cualquier familia, pero quienes se decidan a hacerlo deberán ocuparse del animal, sin relegar su cuidado a terceros.

Seguro que conoces algún caso como el de Alicia y Ramón. ¿Nos lo cuentas? ¿Qué opinas al respecto? No dejes de compartirlo en los comentarios.

 

 

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