Gente Yold. Entrevista con Javier Machuca, médico cooperante con refugiados

“Los refugiados, a los que no queremos, podrían asegurar las pensiones”

 

Firma Invitada
7 diciembre, 2016

Cuando las imágenes de familias enteras arriesgando sus vidas por cruzar el Mediterráneo invadieron nuestras televisiones, Javier Machuca, médico de familia comprometido con las causas humanitarias, decidió trasladarse a uno de los campos de refugiados de Grecia. Ni su nivel de inglés, ni las difíciles condiciones le frenaron: “No podía quedarme en casa sin hacer nada”, nos cuenta.

Javier Machuca tiene 60 años y muchas ganas de ayudar. Este médico de familia, sevillano de nacimiento, lleva prácticamente todo el año a medio camino entre los campos de refugiados de Grecia, y Huelva, donde reside y trabaja. Es uno de los fundadores de AYRE, la Asociación de Ayuda al Refugiado, nacida en plena crisis del Mediterráneo con el único objetivo de ayudar y contribuir con esta causa: la de tratar de hacer un poquito más llevadera la pesadilla de dejar un hogar atrás, huyendo de la destrucción y la muerte, y comenzar con lo puesto una nueva vida en esa tierra prometida que, desgraciadamente, está mostrando su peor cara. Mientras, muchos de los habitantes del Viejo Continente viven el problema de los refugiados con contradicciones y desconfianza, Machuca se ha lanzado directamente a ayudar. Ha vivido en sus carnes lo que es un campo de refugiados y ha querido compartirlo con todos los yolds.

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Gente Yold.: Javier, ¿cómo un yold como tú, un médico con toda una carrera profesional a sus espaldas, decide un día entregarse totalmente a una causa como la reciente crisis de los refugiados?
Javier Machuca.: -“Yo ya tenía experiencia en cooperación internacional, ya que durante cuatro años estuve viajando a Guatemala para colaborar en distintos proyectos educativo-sanitarios. Después de esta etapa no volví a involucrarme con el entorno de la cooperación hasta el pasado mes de febrero.

Las imágenes que se retransmitían sobre la crisis de los refugiados, las balsas, las lanchas neumáticas en pésimas condiciones atestadas de personas que llegaban a diario a las islas griegas, me llegaron tanto que no pude más que sentir un impulso para echar una mano. Recordé las fotos de los campos de refugiados españoles en el sur de Francia en la época de nuestra Guerra Civil, nunca creí que viviría escenas similares a un par de horas de avión. Simplemente sentí que no podía quedarme en casa sin hacer nada.

Por mi escaso nivel de inglés, mi perfil no resultó interesante para ninguna de las organizaciones que estaban enviando profesionales a los campos de Grecia, de manera que a través de las redes sociales comencé a buscar interesados que pudiesen venir conmigo y suplir mis carencias idiomáticas. Pronto éramos ya 12 personas dispuestas a marcharnos y fijamos mediados de marzo como fecha para hacerlo.

“A través de las redes sociales, comencé a buscar interesados que pudiesen venir conmigo y suplir mis carencias idiomáticas. Pronto éramos ya 12 personas dispuestas a marcharnos y fijamos mediados de marzo como fecha para hacerlo”.

Mientras organizábamos nuestro viaje se firmó el acuerdo entre la UE y Turquía y las noticias que comenzaron a llegarnos no eran buenas. Se hablaba del desmantelamiento de campos como el de Lesbos y Chios, de manera que decidimos enfocar nuestro destino en el campo de Idomeni, donde Bomberos en Acción disponía de una tienda neumática de campaña, conocida por todos como la ‘Yellow Tent’ en la que prestaban asistencia sanitaria a los refugiados. Buscaban urgentemente médicos y enfermeros, de manera que allí nos dirigimos.

A partir de este momento creamos AYRE, la Asociación de Ayuda al Refugiado, con el objetivo de recaudar fondos, organizar y continuar con el trabajo allí donde fuese necesario”.

G.Y.: ¿Dónde viajas actualmente para ayudar?
J.M.: -“Una vez que Idomeni fue también desmantelado y sus habitantes realojados en decenas de campos gubernamentales regidos por la autoridad militar, no tuvimos otra elección que marcharnos. Algunos de los voluntarios que conocimos siguen en Grecia tratando de prestar asistencia sanitaria, repartiendo comida, ropa y enseres o ayudando a familias a encontrar alojamientos dignos que ellos mismos pagan.

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Nosotros hemos decidido continuar con nuestra actividad, por el momento, desde España. Hemos organizado charlas informativas, conferencias, exposiciones de fotos, campañas de recogida de material para los campos… También nos encargamos de enviar donaciones para solventar problemas económicos de las familias de refugiados más desfavorecidas.

En la actualidad hemos presentado un proyecto de atención de emergencia para personas especialmente vulnerables que aún permanecen en los campos griegos. Estamos a la espera de saber si se nos concederá alguna financiación por parte de instituciones públicas. Lo que tenemos claro es que, en cuanto dispongamos de fondos suficientes para abordar la tarea, volveremos. Mientras tanto seguiremos ayudando desde aquí”.

 G.Y.: ¿Qué es lo más duro que has tenido que presenciar en un campo de refugiados?
J.M.: “Estamos ante la crisis humanitaria más grave después de la II Guerra Mundial. Parece que no nos damos cuenta, pero nada menos que 20 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares y emprender un viaje de lo más peligroso huyendo de la muerte. Parten con lo poco que pueden cargar, muchos viajan a pie, arrastrando a sus hijos, padres y abuelos. O lo que es más triste, muchos de ellos parten solos, dejando a todos sus seres queridos a merced del destino, con la esperanza de llegar a algún lugar seguro, poder enviar el dinero necesario a quienes se quedaron y reunirse al fin.

“Nada menos que 20 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares y emprender un viaje de lo más peligroso huyendo de la muerte. Parten con lo poco que pueden cargar, muchos viajan a pie, arrastrando a sus hijos, padres y abuelos“.

Los más duro es saber que dentro de este drama, existen por ejemplo mujeres que sufren habitualmente todo tipo de abusos durante su periplo, que a veces dura años. Son robadas, vejadas, violadas y, a pesar de todo, sacan fuerzas para continuar. Lo más difícil es darse cuenta de que estas mujeres huyen del terror y acaban adentrándose en el horror. Lo viví personalmente en Idomeni, muchas mujeres que caminaban solas o con sus pequeños nos pedían un refugio cerca de nuestra tienda para sentirse más seguras.

Por no hablar de los 10.000 niños refugiados desaparecidos ya en Europa y que probablemente se encuentren en manos de organizaciones de tráfico de personas, de bandas de narcotraficantes, de redes de trata, etc. para ser sometidos a la explotación sexual, al trabajo esclavo o incluso sean víctimas del tráfico de órganos“.

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G.Y.: ¿Qué mensaje transmitirías a la población para que se conciencie sobre este asunto y que todo el mundo ponga su granito de arena?
J.M.: “Lo más importante es tomar consciencia de las cifras. Repito, hablamos de 20 millones de refugiados en todo el mundo. Solo el conflicto en Siria ha generado 5 millones de desplazados, de los que 2,5 son acogidos en Turquía, 1,1 en el Líbano y el resto en Jordania, Irak, Egipto… Es decir, la carga más importante está siendo asumida por países con muy pocos recursos.

Los países ricos, que deberían ser referente de calidad de vida, respeto de los derechos humanos y protección ciudadana, están dando cobijo a menos del 4% de los refugiados. Es más, no solo no les acogen, sino que no cesan de poner trabas para para mantenerlos fuera de su territorio. La mayoría de estos países invierte más en construir barreras que en prestar ayuda.

“Es importante que se comprenda que los refugiados son personas como nosotros, profesionales la mayoría de ellas, mano de obra cualificada, clase media“.

Es importante que se comprenda que los refugiados son personas como nosotros, profesionales la mayoría de ellas, mano de obra cualificada, clase media. Los más pobres no han podido llegar tan lejos, subsisten en los países limítrofes o simplemente no han podido salir.

El asilo político no debería ser una opción, es un derecho recogido por diversos tratados internacionales que han sido firmados por instituciones y Estados que ahora dan la espalda a los afectados ¿Quién puede asegurar que muchos de nosotros o de nuestros descendientes más directos no tendremos que sufrir lo mismo? Sólo pedimos un poco de empatía. Sufren como nosotros lo haríamos en su situación, eso debería ser suficiente para prestarles ayuda“.

G.Y.: ¿Cómo puede cualquier persona contribuir a esta causa sin necesidad de trasladarse?
J.M.: “Todos podemos contribuir, de hecho, la ayuda es mucho más necesaria desde aquí que en los campos. Hay cientos de organizaciones que necesitan voluntarios para recoger material y alimentos, para cargar y distribuir e incluso para apoyar en todo el aspecto administrativo. También se recaudan fondos, se organizan actos, exposiciones… solo hace falta informarse.

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Una buena acción que cada uno puede desarrollar de manera independiente es la lucha contra la xenofobia y el racismo que invade nuestra sociedad. Desgraciadamente, los Gobiernos que están saliendo electos en diferentes países europeos difunden un mensaje que cala un miedo profundo en la sociedad. La idea de que entre los refugiados se “colarán” terroristas e integristas que más tarde atentarán contra nosotros es cada vez más extensa. Es necesario informarse, es importante denunciar lo que está ocurriendo y no hay mayor compromiso que la idea de la solidaridad y justicia“.

G.Y.: ¿Cómo convencerías a la gente de que es importante aceptar a los refugiados en nuestros países? ¿crees que realmente no hay trabajo ni espacio para todos?
J.M.: “Lo más importante es darse cuenta de que estamos hablando de derechos. Nadie pondría en duda nuestro derecho a la educación y a la salud, ¿no es así? Resulta imprescindible ir forjando en la mentalidad de los ciudadanos la idea de que los derechos de asilo y libre circulación de personas son inamovibles.

Desde luego que la mayor responsabilidad recae en los gobernantes, para que promuevan valores positivos, la aceptación del extranjero y en especial del que sufre y huye. No podemos seguir utilizando la doble vara de medir: nuestros jóvenes deben ser bien recibidos en los países a los que se han visto obligados a emigrar para labrarse un futuro, pero en lo que respecta a nuestras fronteras, nos encontramos construyendo barreras para que los infelices que intentan compartir nuestro bienestar se queden fuera.

Un informe del Instituto de Estudios Económicos de Berlín (DIW) realizado el pasado año revelaba que, en un período aproximado de entre 5 y 7 años, un refugiado empieza a producir más de lo que le cuesta al Estado. Se nos olvida que los países europeos son Estados envejecidos, con tasas de natalidad bajísimas. Deberíamos darnos cuenta de que estas personas que hoy buscan nuestra ayuda, y a las que estamos rechazando, podrían ser las que aseguren nuestras pensiones mañana“.

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G.Y.: ¿En qué puede influir la reciente elección en EE. UU. de Donald Trump respecto a la crisis mundial de refugiados?
J.M.: “La elección de Donald Trump no es sino el último despropósito que nos ha deparado el destino. Es aterrador ver en el poder a un político que ha basado su campaña electoral en el fomento de la xenofobia y el racismo. Lo peor es que acontecimientos de este tipo generan un efecto mariposa y me temo que muchos otros líderes en esta línea serán electos en otros países en los próximos años.  

“Es aterrador ver en el poder a un político que ha basado su campaña electoral en el fomento de la xenofobia y el racismo“.

Viktor Orban, en Hungría, ha emprendido desde que tomó el poder una cruzada contra los refugiados, alimentando continuamente el miedo y el rechazo al inmigrante. En el caso de Suecia, Jimmi Akesson, líder de los ultraderechistas, obtuvo un 13% de respaldo popular en las últimas elecciones con la propuesta de limitar la inmigración en nada menos que un 90%. Un hecho todavía más grave si tenemos en cuenta que Suecia es históricamente el principal destino de los refugiados sirios y subsaharianos que logran atravesar el Mediterráneo.

El modelo sueco quiere ser ahora reproducido en Finlandia, donde el gobierno de centroderecha (un tripartito constituido por el partido del centro, un partido de extrema derecha y el partido conservador) ha restringido fuertemente su política de asilo en el último año, y ha llegado a declarar que los refugiados de Irak, Somalia y Afganistán deberían regresar a sus países, aunque estos continúen en guerra.

En el caso de la República Checa, su Primer Ministro, Bohuslav Sobotka, ha hecho todo lo posible para bloquear el reparto de refugiados entre los Estados miembros de la UE. Eslovaquia, Letonia y Polonia van por el mismo camino, aceptando únicamente a demandantes de asilo que sean cristianos. Por su parte, Nigel Farage, líder del partido británico de derechas, UKIP, es conocido por poseer un discurso nacionalista, populista y xenófobo, que desgraciadamente ha deparado en el sí al Brexit. En Austria, la extrema derecha es favorita para ganar las elecciones, en Rusia tenemos a Vladimir Putin…

Todo esto sin hablar de los que amenazan con tomar el poder pronto, como es el caso de Marine Le Pen en Francia o Amanecer Dorado en Grecia, que ya es tercera fuerza política.

Lo que queda claro es que el populismo de extrema derecha avanza inexorablemente en todo el mundo. De manera que ante discursos extremos, me atrevo a lanzar el mensaje que todo el mundo debería tener claro: los refugiados se desplazan única y exclusivamente para huir de las guerras. Una vez terminados los conflictos armados que asolan sus países de origen, estos seres humanos volverían dentro de sus fronteras sin ningún tipo de reparo. Mientras tanto, es nuestra obligación y la de todos nuestros gobernantes atenderles y ofrecerles la oportunidad de disfrutar de una vida digna dentro de nuestras fronteras. Esta es la única solución al grave conflicto humanitario que estamos viviendo“. 

Para colaborar con la asociación AYRE, no dudes en ponerte en contacto con ellos por correo electrónico: ayreasociación@gmail.com

Más información:

https://asociacionayre.wordpress.com/

https://genteyold.com/entrevistapadreangelmensajerosdelapazexperiencia/

Entrevista: Carmen Matas Gallardo

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