Gente Yold. Entrevista con la actriz Nuria González
“Con la madurez te ríes más”
A pesar de su imagen de seria, ella se ha ganado el cariño de todo el público con papeles que nunca olvidaremos, como el de la profesora Candela en Los Serrano. Ahora está de regreso en teatro con El florido pensil (niñas), una controvertida obra que sabe hacer crítica de la crudeza de la educación en la época franquista, al mismo tiempo que nos provoca más de una carcajada.
Esta malagueña de 55 años es totalmente consciente de su imagen de arisca y no le molesta en absoluto. Es más, está convencida de que al público le entusiasma un personaje que, más allá de esa aparente frialdad, sepa divertir al espectador. Y eso a ella le gusta, le encanta.
Nuria González nos acompaña hoy en Gente Yold para hablarnos de su vida y de su trayectoria, que se encuentra actualmente en pleno apogeo. Ella lo tiene claro: la madurez es muy positiva, entre otras cosas “porque te ríes más y eso es muy depurativo”.
Actualmente se encuentra interpretando, junto a Esperanza Elipe, Mariola Fuentes, Chiqui Fernández y África Gozalbes, El florido pensil (niñas) en el Teatro Marquina de Madrid. La obra, no exenta de polémica, es una adaptación de un ensayo de Andrés Sopeña que ofrece una visión crítica e irónica del sistema de la educación nacional-católica de la época franquista. A pesar de que en el montaje primitivo los protagonistas eran masculinos, esta vez las cuatro actrices nos deleitan con la versión femenina, en la que se saca a relucir el pilar fundamental alrededor del cual giraba la educación de las mujeres de la época: convertirse en amas de casa, esposas y madres modélicas y sumisas.
Hoy Nuria nos habla de esto y mucho más.
Gente Yold: Nuria, eres una de las caras conocidas de nuestra televisión, pero hace ya algún tiempo que no te vemos actuando en la pequeña pantalla, ¿hay algún motivo o son simplemente etapas?
Nuria González: -“Lo último que hice fue la serie Rabia, que se emitió en Cuatro sin demasiada fortuna. Es cierto que fue un paso fugaz, pero fue a finales de 2015, así que no hace tanto.
Me enternece que la gente me pregunte continuamente que cuándo vuelvo a la tele.
Me enternece que la gente me pregunte continuamente que cuándo vuelvo a la tele, como si fuera cosa mía y solo dependiera de mí. Me alegra, porque me sirve para corroborar que no se han cansado de verme, a pesar de las reposiciones maratónicas de las series que sí tuvieron el respaldo de la audiencia.
La buena noticia para ellos (y para mí) es que ahora estoy haciendo tele otra vez y será de nuevo fugaz por la corta duración del proyecto, pero es muy, muy bonito”.
G.Y.: ¿Te decantas más por el teatro en esta etapa de tu carrera?
N.G.: -“No soy una de esas actrices que pueden seleccionar cada uno de sus trabajos o los medios en los que deciden que les apetece trabajar. De hecho, ignoro si esa situación se da con mucha frecuencia entre los compañeros del gremio. Supongo que sólo cuando se tiene asegurada una cierta estabilidad económica personal y mucha templanza para esperar al personaje adecuado.
No me molesta que me adjudiquen el rol de la “seca” de la función, al contrario, me parece muy divertido.
En cualquier caso, yo, haga lo que haga, siempre estoy en el teatro, ya sea actuando, estudiando o perpetrando, para subirme cuanto antes al escenario”.
G.Y.: Te hemos visto muchas veces en comedias, pero encarnando a personajes algo serios e incluso secos. ¿se te da especialmente bien este tipo de papel?, ¿por qué?
N.G.: -“Supongo que quien reparte los papeles tiene más clara esa imagen de mí, no lo sé. Pero no me molesta que me adjudiquen el rol de la “seca” de la función, al contrario, me parece muy divertido. Mi sensación es que al público le gusta ese tipo de personajes, le cae bien, y a mí me gustan las paradojas.
Yo creo que a mí se me da bien cualquier personaje y si el texto tiene gracia también sé ser muy graciosa”.
G.Y.: Siempre recordaremos a Candela de Los Serrano, ¿qué aportó a tu carrera tu paso por la mítica serie?
N.G.: -“A nivel profesional, Candela me dio la magnífica oportunidad de volver a encarnar un personaje de largo recorrido, tras la que fue mi primera experiencia en mi paso por Manos a la obra.
Dentro de 20 años me veo en la caja… o partiéndome la caja.
Como vivencia, tengo que reconocer que fue un estupendo periodo de mi vida. Guardo recuerdos que me hacen sonreír mucho y sobre todo considero que tuve mucha suerte de formar parte de aquella familia de Los Serrano. Además, puedo decir que este paso me trajo un gran regalo y fue el poder actuar junto a Julia Gutiérrez Caba, que era uno de mis deseos más antiguos desde que empecé a hacer teatro”.
G.Y.: Estás interpretando en el Teatro Marquina de Madrid El florido pensil (niñas), una pieza sobre la brutalidad del sistema educativo en la España de la posguerra. ¿Cómo está siendo esta experiencia?
N.G.: -“Muy positiva en todos los sentidos. La función es una joya, mis compañeras lo bordan, el público acude y disfruta… ¿qué más se puede pedir?”.
G.Y.: Muchos yolds que te estarán leyendo habrán vivido este tipo de educación en el colegio. Incluso tú puede que lo hayas experimentado. Hoy podemos reír todos disfrutando de la obra, ¿qué sensación te provoca algo así?
N.G.: -“Yo viví mis doce primeros años como estudiante en un colegio de monjas clarisas de clausura en Málaga. Por el motivo que fuera, la niña que yo era interiorizó a la perfección lo que se pretendía que fuera y me adapté bastante bien: era obediente, sumisa, aplicadita… Tenía muy claro que si me comportaba así todo iría bien, así que nunca me atreví a experimentar por mi cuenta. Esto, por más que pueda parecer inofensivo, es un viejo veneno invisible y lento, pero que se queda en un estrato más profundo de la personalidad y además no deja moratones.
El público que se llevó las collejas, los que fueron duramente castigados por su actitud rebelde, disfruta doblemente la función, porque la risa es la tos con que el alma expulsa las toxinas, la única venganza saludable. Más vale poderse reír de ese monstruo monolítico que parece a veces el pasado y del que, por cierto, nada se puede cambiar”.
Si el ser humano fuera capaz de defender a sus hijos, hace tiempo que la educación se habría distanciado tanto del poder como de las religiones
G.Y.: ¿Crees que en España hemos pasado de un extremo al otro en lo que se refiere a cuestiones de educación de nuestros hijos?, ¿estamos educando ahora a niños blandos incapaces de hacer nada por sí mismos?
N.G.: -“No tengo hijos, así que mi opinión es puramente de observadora, pero mi sensación es que la educación está siempre manipulada por estamentos interesados. Si el ser humano fuera capaz de defender realmente a sus hijos, hace mucho tiempo que la educación se habría distanciado tanto del poder como de las religiones“.
G.Y.: ¿Qué dirías que es lo mejor de la madurez?
N.G.: -“Te ríes más, y como te he dicho antes, es muy depurativo”.
G.Y.: ¿Cómo te ves dentro de 20 años?
N.G.: -“O en la caja… o partiéndome la caja“.
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