Mundo Yold. Hoy te contamos la historia de la prolífica creadora de entrañables imágenes felinas

Henriëtte Ronner-Knip, la pintora de los gatos

 

 

Inés Almendros
11 diciembre, 2023

Hija de un pintor que quedó ciego, Henriëtte, desde muy joven se ocupó de mantener a su familia gracias a su talento artístico. Los animales siempre fueron su principal interés pictórico, y especialmente, los gatitos. A lo largo de su prolífica carrera, esta pintora holandesa pintó a cientos de mininos, inmortalizando su belleza y magnetismo. Hoy, en Gente Yold, te ofrecemos una historia de arte y gatitos, que sin duda te encantará.

En nuestro siglo XXI, los videos de gatitos de YouTube o de las redes sociales enamoran a millones de personas. En el siglo XIX, las pinturas de gatitos de Henriëtte Ronner-Knip tenían el mismo efecto. Sus cuadros se vendían a altísimos precios entre la alta sociedad de Europa, y tenían tanto éxito que volaban las falsificaciones y reproducciones de los mismos. Hoy, nos siguen cautivando.

Nacida en 1821 en Amsterdam, Henriëtte pertenecía a una estirpe de pintores que tuvo varios miembros de renombre. Su madre era la también afamada pintora francesa Pauline Rifer de Courcelles, una de las primeras pintoras de naturaleza, algunas de cuyas láminas de aves permanecen en el Louvre; pero sus progenitores se separaron cuando era niña, y ella se quedó viviendo con su padre, el también famoso artista holandés Joseph Ausgust Knip, hijo a su vez del pintor decorativo Nikolaas Frederik Knip. Su tía fue la reconocida pintora de flores Henriëtte Geertruida Knip. Años después, también tres de sus hijos siguieron el mismo camino.

Henriëtte pertenecía a una estirpe de pintores que tuvo varios miembros de renombre.

La genética había marcado la historia de la saga paterna de los Knip: el abuelo, Nikolaas Frederik había tenido que abandonar su oficio, siendo joven, por culpa de una ceguera precoz, tras lo cual se dedicó a enseñar el arte de la pintura tanto a Joseph (el padre de la artista), como a su otra hija, Henriëtte Geertruida (la tía), con cuyos cuadros la familia pudo salir adelante.

Años más tarde, la desgracia se repetiría, y sería Joseph quien heredase la misma enfermedad que en pocos años le dejó ciego. Al igual que había hecho su propio padre, Joseph se concentró en convertir a su hija Henriëtte -que había mostrado su talento y amor al arte desde muy niña- en una gran artista. Ella siempre recordaría la estricta y agotadora enseñanza que Joseph le otorgó, con jornadas interminables, de la mañana a la noche, salvo pequeñas pausas. Pero aquel entrenamiento intenso tuvo pronto sus frutos: con tan solo 16 años, Henriëtte realizó su primera exposición; sus cuadros de estilo romántico y realista, y temática variada fueron alabados por la crítica y se vendieron con gran facilidad.

Así, ella se ocupó, hasta la muerte de sus padres, de mantener a su familia. En 1850, se casó con Teico Ronner, con el que se muda a Bruselas, donde vivirían el resto de su vida y con quien tuvo seis hijos. La enfermedad de su marido le impedía trabajar, así es que sería siempre ella la que ganase el sustento familiar, gracias a sus cotizados cuadros, si bien su marido se convirtió en su agente comercial.

La magia de los gatos
Durante décadas, Henriëtte dedicó el protagonismo de su obra a la pintura de animales, siempre con gran éxito de crítica y ventas. Durante años pintó muchos cuadros de perros, en parte porque adoraba a los animales, y también porque eran encargos de sus clientes, entre los cuales se encontraban algunos “royals” europeos, como la reina María Hendrika, la princesa María de Hohenzollern o la duquesa de Edimburgo, quienes le confiaron los “retratos” de sus canes. Pero sobre el año 1870, Henriëtte empezó a realizar cuadros de gatos hasta que este se convirtió en su tema principal.

Gatos con un lápiz (1815)

La enfermedad de su marido le impedía trabajar, así es que sería siempre ella la que ganase el sustento familiar, gracias a sus cotizados cuadros.

Había varios motivos por los cuales Henriëtte se centró, decididamente, y hasta el final de su carrera, en pintar felinos. Una de las razones es que los gatos cada vez eran mascotas más aceptadas y comunes en las casas de la clase media o alta, que le encargaba o compraba sus obras.

La artista pintando en su estudio

Pero también porque adoraba la indudable magia de los gatos, por su carisma y atractivo, y en general, porque sus cuadros felinos resultaron un éxito total. Para la década de 1980, los lienzos de Ronner-Knip podían costar miles de florines, algo que sólo los mejores pintores de la época podían solicitar.

Orgullo de madre

Por lo general, los gatos de Ronner-Knip no son salvajes ni muestran la fiereza del felino silvestre; al contrario, son animales domésticos a los que se muestra felices, tranquilos, juguetones y confiados. Gatos durmiendo, gatos jugando, gatitos trepando, gatitos curioseando… Y muchas mamás gatunas con sus preciosos cachorritos, llenos de vida gracias a los milagrosos pinceles de la artista, que captaba a la perfección la suavidad y tersura del pelaje de los animales o las inocentes miradas de los cachorros.

Para pintar a sus animales, Henriëtte disponía en su hogar de un amplio patio con establos cubiertos, donde vivían perros, gatos y un loro. Cuando pintaba, metía a los gatitos en una especie de jaula de cristal, en la que podían seguir deambulando tranquilos y juguetones, pero sin escaparse, para que ella pudiera pintarlos. Entre sus obras gatunas, las más apreciadas son aquellas en las que gatos grandes y pequeños juegan con libros, relojes, telas o mapas, creando bellísimos bodegones animados.

Los gatos de Ronner-Knip no son salvajes ni muestran la fiereza del felino silvestre; al contrario, son animales domésticos a los que se muestra felices, tranquilos, juguetones y confiados.

Desde muy joven Henriëtte tuvo la gran fortuna de ser admirada, querida y respetada por su trabajo, algo que no era nada común entre las escasísimas mujeres que podían dedicarse a una profesión en aquella época. Fue la primera mujer admitida en la Sociëtait Arti et Amicitiae, institución clave en el arte de los Países Bajos.

El joven artista

Recibió multitud de honores y reconocimientos, entre ellos, la Medalla al Mérito, otorgada por el Rey de Holanda o la Orden de Leopoldo II Rey de Bélgica, entre otras muchas.

En su estudio, con la vitrina en la que podía observar y copiar a sus modelos felinos

En 1886, el Círculo de Arte de Rotterdam organizó una gran muestra individual con 80 obras para celebrar su 65 cumpleaños. La Sociedad de Bellas Artes de Londres igualmente realizó una gran retrospectiva en 1890. Sin embargo, pese a su éxito social y económico, siempre mantuvo una vida humilde y más bien sencilla, centrada en su familia y sus queridos animales. Henriëtte falleció en su casa de Bruselas, el 2 de marzo de 1909, dejándonos un legado que hoy sigue enamorando a millones de personas y que nos maravilla a los amantes de los felinos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies