Mundo Yold. Jodultos: jóvenes adultos que no quieren salir de la casa familiar

Nuestros queridos jodultos

Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 80% de los jóvenes menores de treinta años vive en casa de sus padres. En la mayor parte de los casos, el paro les obliga. Pero hay otros casos que forman ya una comunidad peculiar: los jodultos. Esos hombres y mujeres, hechos y derechos, que aunque pudieran marcharse, prefieren seguir disfrutando de la casa de papá y mamá.

 

En Inglaterra los llaman kidult, en Francia mammones, en Italia bamboccioni y en Gente Yold los vamos a llamar jodultos. Elijan ustedes si son jóvenes o jodones adultos. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define jodón como una persona que molesta o fastidia mucho.

¿Y qué somos nosotros? Se puede decir que somos la generación canguro, pues cuidamos a nuestros padres y a nuestros hijos; también somos nidícolas, ya que en nuestro nido se come, se bebe y se duerme. Y nuestra casa también podría llamarse, sin complejos, hotel mamá. Dependiendo de las estrellas que tenga ese hogar, se come a la carta, de menú, en mesa y mantel o en bandeja. Pero siempre hay, y habrá, un plato en la mesa.

Woman hold clothes pile against brick wall background, close up

Se dice de nuestra generación que fuimos esclavos de nuestros padres y ahora somos esclavos de nuestros hijos. Lo cierto es que el panorama no resulta fácil para los jóvenes de nuestra época, al menos en nuestro país. Las altas tasas de paro juvenil mantienen a gran parte de ellos alejados de la posibilidad de independizarse, no digamos ya, adquirir una vivienda. Con la crisis, hemos vivido el exilio obligado de muchos de nuestros hijos.

Por todo ello y mucho más, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 80% de los jóvenes menores de treinta años vive todavía en casa de sus padres. De hecho, tal y como veíamos hace algunas semanas en el estudio Cetelem, España es el país de Europa donde hay más hogares de mayores de 50 años con hijos adultos en casa: un 57% de los hogares españoles de personas entre 50 y 75 años mantienen hijos en casa, con una edad media de 29 años.

Sabemos por tanto que la crisis, el paro, las circunstancias… obligan a padres y a hijos a seguir juntos, aunque ambos quisieran que fuese de otra forma. Y que, normalmente, la convivencia es querida, civilizada, agradable. No podemos olvidar, tampoco, el drama personal de estos jóvenes que quieren y no pueden independizarse. Ni de aquellos que han intentado irse de casa; han pagado una hipoteca o un alquiler, y han tenido que volver al nido porque el sueldo no daba para vivir. Una tragedia para ellos y también para los padres.

Pero en esta, nuestra sociedad, también se vive un fenómeno cuanto menos reciente; un hecho que hasta hace poco tiempo resultaría como mínimo peculiar, pero que ahora está a la orden del día: el caso del jodulto: ese joven, pero ya adulto, que trabaja y podría independizarse, pero que permanece en casa paterna-materna porque, sencillamente, allí es el amo del mundo. El puto amo, como él diría seguramente. Que disfruta de las ventajas de un verdadero hogar, sin pagar un duro de hipoteca. Que no tiene que limpiar, ni planchar, ni recoger su habitación, porque la tradicional mamá o el simpático papá, o el servicio de la casa, se lo deja todo hecho. Que disfruta de internet, calefacción y servicio de comidas, sin aportar más que su siempre agradable presencia. Que puede salir y llegar a la hora que quiera, sin reproches ni agobios. En fin: que vive literalmente como un rey, con el beneplácito de papá y mamá, o al menos de uno de los dos. Aunque en ocasiones, los padres no tienen nada que decir o hacer en este tema. Simple y llanamente, el jodulto de turno prefiere gastar su pequeño o gran sueldo en vivir al día, que en adquirir o pagar un espacio propio, donde desarrollarse de forma independiente.

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“En fin: que vive literalmente como un rey, con el beneplácito de papá y mamá, o al menos de uno de los dos”.

Si a Humphrey Bogart y a Ingrid Bergman siempre les quedará París, al jodulto siempre le quedará el hotel-mamá.

Cada vez más jodultos en el mundo
Es un hecho que cada vez más jodultos viven en la casa paterna, así es que este tipo de convivencia familiar es ya algo estandarizado y normal en nuestra sociedad, si bien nunca había ocurrido en generaciones pasadas. Y esto no sólo pasa en España: en Europa cada vez suben más los porcentajes de jóvenes que, pasados los treinta, siguen viviendo en la casa paterna. Tan habituales son ya los jodultos en nuestras sociedades occidentales, que hasta Hollywood hizo una película sobre el tema, “Novia por contrato”, protagonizada por Matthew McConaughey, que daba vida a un atractivo soltero que a sus 35 años seguía viviendo con sus padres, los cuales acaban contratando a la guapa Paula (Sarah Jessica Parker) para que le enamore y desee independizarse y abandonar la casa paterna.

“Tan habituales son ya los jodultos en nuestras sociedades occidentales que hasta Hollywood hizo una película sobre el tema, `Novia por contrato´”.

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Lo cierto es que, en la mayor parte de los casos, la convivencia del jodulto en la casa familiar es consentida, y la relación entre padres e hijos suele ser buena y hasta más que buena (seguramente será el principal motivo de la estancia de los jodultos en el hogar familiar). Pero no siempre es así, ni tiene porqué serlo. En algunos casos, tal y como contaba la película de McConaughey, los padres se sienten presionados por todo lo que conlleva el seguir manteniendo a un hijo, ya adulto, en casa: menos posibilidad de disfrutar de tiempo, más responsabilidades, más tareas del hogar, menos dinero para sí mismos…

Mother and son sitting on couch and drinking tea or coffee.

Otros desean recuperar sus parcelas de libertad y privacidad. O simplemente, en algunos casos las relaciones no son buenas, y uno o los dos progenitores llevan mal el hecho de que su hijo no afronte las responsabilidades y actitudes que conlleva la madurez. En otras ocasiones, los adultos que viven en casa se convierten en auténticos jodultos que fastidian de verdad: algunos de estos jóvenes-adultos solteros exigen que se les atienda, y se le facilite todo, como cuando eran niños. Por otra parte, además, reclaman una total independencia, que nadie se meta en su vida porque ya son mayores.

Family problems

Por otra parte, los padres tenemos claro cómo actuar cuando son pequeños, pero ¿qué obligaciones tenemos cuando son mayores? ¿Qué haces si toda la obsesión de tu hijo treintañero es bajar calle abajo como una bala con su monopatín o tirarse las horas muertas en el sofá, absorto en su Nintendo?

“¿Qué haces si toda la obsesión de tu hijo treintañero es bajar calle abajo como una bala con su monopatín o tirarse las horas muertas en el sofá, absorto en su Nintendo?”.

Hay que tener en cuenta, además, que tarde o temprano los hijos deben saber valerse, en todos los sentidos de la vida, por sí mismos. Ahorrarles responsabilidades en la juventud puede llevarles a ser unos adultos inútiles en la madurez. Enseñarles a vivir por sí mismo, a que sepan volar, es tal vez la mejor herencia que se puede entregar a un hijo. En las comunidades padres-jodultos, este valor puede peligrar. La ley dice que si ese jodulto no tiene trabajo, ni cónyuge, los padres están obligados a alimentarlo, darle cobijo, vestido y asistencia médica. Una situación especialmente conflictiva, pero de la que escuchamos hablar de vez en cuando en las noticias, es la de aquellos adultos, hijos de padres separados, que viven con uno de los dos progenitores, y que siguen recibiendo pensión alimenticia pese a haber cumplido ya hace muchos años, la mayoría de edad. Recientemente la justicia ha revisado algunos casos de este tipo. El pasado mes de septiembre, el Tribunal Supremo anuló la decisión de la Audiencia Provincial de Sevilla de otorgarle una pensión alimenticia a una divorciada con un hijo de 27 años. La demandante había solicitado una pensión de 1.000 euros, alegando que su hijo no tenía posibilidades de trabajar y conseguir un salario. La Audiencia Provincial había admitido que el padre pagase esta pensión, aunque con una cantidad mucho más baja que la solicitada inicialmente: unos 200 euros. Pero finalmente el Tribunal Supremo, al comprobar que el hijo podía haber sido contratado en la propia empresa de la madre, desestimó totalmente la pensión

“Ahorrarles responsabilidades en la juventud puede llevarles a ser unos adultos inútiles en la madurez”.

Y en medio de tanto amor por proteger al niño grande que nunca se ha ido, o al que ha vuelto, suelen llegar los problemas: más estrés en el hogar, discusiones, reivindicación de la mayoría de edad y derechos -pero no la asunción de deberes-, mayor presupuesto familiar, etc.

Kind mother and whimsical daughter

Es inevitable que esta prolongación de la dependencia familiar cree conflictos entre  personas adultas, como son hijos y padres bajo un mismo techo. Pero, ¿qué hacemos con nuestros jodultos? Os dejamos debatir…

 

Alonso C. Caballero

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