Mundo Yold. 100 años de un gran tenor
Mario Lanza, el tenor más grande del siglo XX
Este mes se cumplen 100 años del nacimiento de Mario Lanza, para muchos uno de los más grandes tenores de la historia. Un cantasnte que, además, conquistó Hollywood con su talento y gran voz. No te pierdas nuestro reportaje de hoy.
Nuestro titular no es obra nuestra. Fue Arturo Toscanini, probablemente el mejor director de orquesta italiano de ese siglo, el que aseguró que Mario Lanza era “el tenor más grande del siglo XX”. También lo opinaba el gran tenor estadounidense Richard Tucker. Cuanto menos, un dato a tener en cuenta. Y, para los que discrepen, lo que no se puede negar es que se trata de un gran mito de la lírica y un icono bastante representativo del Hollywood de los 50. En el centenario de su nacimiento, en Gente Yold te contamos su historia.
Nacido en Estados Unidos, pero hijo de padres italianos, Mario Lanza fue, para sucesivas generaciones de estrellas de la ópera, desde Carreras hasta Calleja, el cantante de referencia. Sin embargo, Lanza realizó tan solo dos papeles operísticos en su corta vida -murió a los 38 años-.
Mario Lanza fue, para sucesivas generaciones de estrellas de la ópera, desde Carreras hasta Calleja, el cantante de referencia.
Alfredo Arnoldo Cocozza, el que era su nombre real, nació en el sur de Filadelfia el 31 de enero de 1921. Enamorado de la ópera desde muy joven, tenía tan solo 16 años cuando sus dotes vocales se hicieron evidentes, y pronto apareció en producciones operísticas locales. En 1940 comenzó a estudiar repertorio guiado por la soprano Irene Williams. Dos años más tarde, el joven llamó la atención del célebre director Serge Koussevitzky, quien rápidamente lo invitó al Festival de Música de Berkshire, en el estado de Massachusetts, con una beca completa.
Alfredo Cocozza se convierte en Mario Lanza
Fue aquí, a instancias de Koussevitzky, donde Alfredo Cocozza se convirtió en Mario Lanza, la forma masculina del nombre de su madre (María Lanza). Después de solo seis semanas de estudio intensivo con los directores Boris Goldovsky y Leonard Bernstein, Lanza ocupó el puesto de tenor principal en la producción del director del Metropolitan Opera House, Herbert Graf, con Las alegres comadres de Windsord, de Otto Nicolai, en agosto de 1942. Al día siguiente, el New York Times describía a Lanza como “un estudiante extremadamente talentoso, cuya soberbia voz natural tiene pocos iguales entre los tenores del día en calidad, calidez y poder”.
Después de dos años en los Servicios Especiales del Ejército de los Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial, y con las compañías de ópera en la quiebra y muchos teatros en la ruina, la carrera de Mario Lanza tomó un insospechado impulso. Tras un concierto en el Hollywood Bowl, Louis B. Mayer -fundador de la Metro-Goldwyn-Mayer- descubría el potencial cinematográfico del apuesto tenor y le ofreció un contrato de lo más interesante. Mario daba el salto al cine.
Salto al cine
Las primeras películas de Lanza gozaron de un éxito imprevisible. El hecho de interpretar inmortales canciones en inglés fue un indudable aliciente para el comportamiento taquillero de sus filmes. Con películas como That Midnight Kiss, de 1949 o The Toast of New Orleans, Mario Lanza cautivó a todo el público.
Lo cierto es que la idea de Lanza era combinar las películas con su carrera operística. Inicialmente lo consiguió, y prueba de ello fue su papel de Pinkerton en Madame Butterfly para la Asociación de Ópera de Nueva Orleans, en abril de 1948, al mismo tiempo que rodaba sus primeros filmes. Sin embargo, un año más tarde al tenor le fue imposible cumplir con su compromiso de representar en Nueva Orleans el papel de Alfredo en La Traviata, debido a las presiones de su contrato con Hollywood. De la misma forma, tuvo que rechazar las mejores y más ilustres ofertas operísticas, incluidas algunas para cantar en la misma Ópera de San Francisco y La Scala de Milán.
Su nombre artístico, Mario Lanza, no es otra cosa que la forma masculina del nombre de su madre (María Lanza).
Mientras tanto, Lanza se había convertido en una auténtica estrella de Hollywood, al mismo tiempo que estrella musical, ya que temas como With a Song in My Heart, Because, Arrivederci Roma o Be My Love, se convirtieron todos ellos en absolutos hits. Su mayor éxito en el cine vino de la mano del estreno en 1951 de El gran Caruso, donde Lanza encarnaba al tenor italiano Enrico Caruso y que obtuvo un resonante éxito. Pero su notoriedad también fue el principio de su declive como artista, ya que la inmensa popularidad que ganó le expuso a intensas críticas de algunos expertos, incluyendo a aquellos que habían apostado por su trabajo en sus años iniciales.
El final de su carrera
Bajo la lupa de los críticos, Mario Lanza comenzó a rechazar todas las actuaciones en directo, al mismo tiempo que la industria del cine cada vez contaba menos con él, por su aparente problema con el sobrepeso y no cumplir con los cánones que exigía el gigante del cine. En concreto, se cuenta que en 1952 fue despedido después de grabar las canciones de la cinta The Student Prince -El príncipe estudiante-. La razón más frecuentemente citada en la prensa del momento fue su físico con sobrepeso, que le impedía lucir el vestuario de la película. Sin embargo, según sus biógrafos la razón real fue una discusión que se generó con el director inicial de la cinta, Curtis Bernhardt, quien exigió al tenor que grabara de nuevo la banda sonora porque le parecía que estaba cantada “de una manera muy emocional”. Mario Lanza decidió no trabajar en esta película con este director, a no ser que fuese designado otro. La Metro-Goldwyn-Mayer se negó a sustituir a Bernhardt, y la película se hizo posteriormente con el actor Edmund Purdom doblando la voz de Lanza.
Tras un concierto, Louis B. Mayer -fundador de la Metro-Goldwyn-Mayer- descubría el potencial cinematográfico del apuesto tenor.
Mario Lanza solo soñaba con regresar a los escenarios de la ópera. De hecho, en el momento en el que su temprana muerte le sorprendió, a la edad de 38 años, el tenor había aceptado cantar el papel de Canio para la temporada 1960-61 de la Ópera de Roma. Pocos días antes de su muerte, él mismo exteriorizaba su emoción a varios amigos, ya que había obtenido varios contratos que le permitirían dejar paulatinamente el mundo del cine y adentrarse así en los escenarios operísticos, obviamente más permisivos en cuanto a su apariencia.
A pesar de pretender combinar su carrera en la ópera y el cine, Lanza pronto tuvo que empezar a rechazar importantes ofertas operísticas.
Muerte repentina
Lanza, que se encontraba en la Clínica Valle Giulia de Roma sometiéndose a un tratamiento para bajar de peso mediante inyecciones, perdió la vida víctima de un paro cardiaco. Según algunas versiones aisladas, la muerte del tenor fue perpetrada mediante la inyección de aire en vena, lo que produjo su muerte instantánea. Sin embargo, las versiones oficiales solo hablaron de crisis cardiaca.
Mario Lanza dejó tras él un legado asombrosamente diverso de grabaciones de ópera, canciones napolitanas, temas de amor en inglés y opereta, así como siete magníficas películas. Más de 60 años después de su muerte, Lanza continúa inspirando a los amantes de la música a través de innumerables tributos y documentales que existen en honor al artista. Según palabras del tenor Vladimir Atlantov, la razón es obvia: “Cuando escucho a Lanza, siento como si una lava dorada fluyera hacia mí. Me conmueve profundamente cuando lo escucho cantar, y no solo porque tenga una voz de una belleza única, sino también por su firmeza asombrosa y dramatismo cargado de una ternura penetrante y palpitante”.
¿Conocías a Mario Lanza? ¿Crees que es la voz del siglo XX? No dudes en compartir tus sensaciones con nosotros a través de los comentarios o en alguna de nuestras redes sociales. ¡Nos vemos muy pronto!
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La más grande voz de tenor pero no el más grande tenor OPERISTICO.