Bienestar Yold. Las consecuencias del heroísmo familiar

Mientras yo viva, mi madre no va a ninguna residencia

Con este grito de guerra dejó plantado a los hermanos y se llevó a la madre a su casa. Pero… ¿le salió bien? Normalmente, cuando llega el difícil momento de cuidar a nuestros padres, vale más ponerse de acuerdo que ponerse a hacer el héroe o la heroína.

Como arranque ibérico de valentía y arrojo no está mal, pero me parece a mí que, en la mayoría de los casos, este aldabonazo emocional puede tener un camino muy corto: ¿Por qué? Porque puede que enseguida empiecen los problemas familiares. La actividad profesional de los hijos y el deterioro biológico de los padres muchas veces supera la buena voluntad de quien actúa de este modo, con la mejor de las intenciones.

Así suelen empezar muchas guerras familiares a la hora de tomar una decisión sobre qué hacer con unos padres mayores que no pueden valerse por sí mismos. Y no esperen que la justicia ponga las cosas en su sitio. Aquí no hay infracción ni nada que vaya contra la ley, solo hay una imposibilidad material de cuidar o alojar a los padres en la casa de los hijos, o a lo sumo una falta de sensibilidad y sentimientos para atenderles. No entramos en las razones que cada uno tenga para hacer una u otra cosa.

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Hace años que estamos ya en esta transición familiar donde los hijos adultos, por su situación personal, no pueden hacerse cargo de unos padres enfermos. Pero… ¿no es mejor hablar serenamente antes de tomar decisiones unilaterales, como la que nuestra protagonista pretende tomar, asumiendo ella sola la tarea, u obligando a los hermanos a que cada uno se quede un mes con la madre? Si ellos no quieren o no pueden, porque tienen unos cónyuges y unos hijos que no están por la labor, o tal vez porque todos trabajan, ¿qué hacer? ¿qué pasa cuando los hermanos opinan de distinta forma sobre el tema?

Recurrir a la justicia para solucionar un problema de este tipo no sería, en estos casos, nada recomendable. Y en el caso de tomar la vía legal, toda la familia se metería en una auténtica batalla campal. Así es que, al final, la decisión unilateral de nuestra yold ha llevado a que el resto de hermanos no la hablen y, por consiguiente, ni siquiera puedan ir a visitar a la madre. Vamos: todo un dramón, por no emprender la importante tarea de hablar, negociar y escucharse.

“Vale más ponerse de acuerdo, que ponerse a hacer el héroe o la heroína”.

¿Qué ha ocurrido para terminar así? Sencillamente que:
-No han hablado serenamente
-No han compartido todo la información sobre la madre
-Ha prevalecido la visión particular y emocional de uno de los miembros de la familia sobre la de los demás.

La conclusión que suele darse en estos casos de heroísmo familiar, muchas veces termina con una madre encerrada en una casa, una hija amargada porque no da abasto a cuidarla y unos hermanos sufriendo porque no pueden ir a verla, y se sienten culpables por no poder participar.

Moraleja: cuando llegue ese complejo momento en que tenemos que decidir qué hacer con nuestros mayores, creo que debemos negociar, con una mano en el cerebro, otra en el corazón, y darnos tiempo y buena disposición para escucharnos todos y encontrar la mejor solución. Si así lo hacemos, nuestros padres, y sobre todo nosotros mismos, lo agradeceremos después.

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