Cine Yold. Homenajeamos a uno de los más grandes humoristas de todos los tiempos y lugares

Miguel Gila, el soldado al que “fusilaron mal

Angel Domingo
8 enero, 2024

En Gente Yold teníamos pendiente desde hace tiempo hacer un pequeño homenaje a este gran cómico. Ángel Domingo no ha querido esperar más y ha escrito esta semblanza del humorista que recorre su biografía y sus más aclamados chistes y escenas cómicas. ¿Te apetece reírte un rato?

 

Muchos lectores de habla hispana recuerdan el comienzo del célebre monólogo de Miguel Gila que comenzaba asegurando: me fusilaron mal. Pues bien, esa broma no era una anécdota inventada. En la guerra civil, cuando el joven Miguel estaba en el frente, fue hecho prisionero y le sucedió exactamente lo que cuenta: los miembros que formaban el pelotón que le iba a fusilar estaban tan bebidos que vaciaron sus cargadores, y ninguno fue capaz de acertar al joven que, con los ojos vendados, no se movió ni un milímetro. Ese fue el día en el que Gila decidió convertirse en verdugo y matar de risa a millones de espectadores.

¿Está Miguel Gila? ¡Que se ponga!
En mis monólogos a veces cuento cosas que me sucedieron en el frente, pero las cuento a mi manera porque la vida misma tiende a ser delirante. Una vez, en el frente de Somosierra, organizamos un partido de fútbol entre varios del bando republicano contra los del ejército nacional. Así que organizamos una ‘tregua diminuta’ y jugamos el partido. ¡Ganamos los republicanos por siete a cero! Ellos se enfadaron tanto que uno sacó su arma y se lio a tiros (al menos esto no ha sucedido todavía en ningún derbi actual). Afortunadamente, no acertó a ninguno. Luego, aseguró que ‘era una broma’, y yo le contesté: ‘broma no es, nos podíais haber matado’. Pero reconocí que algo de gracia tuvo”, dijo el cómico en una entrevista.

Tras esta experiencia desertó, y fue condenado a cumplir condena en varias cárceles de la geografía española. En 1942 fue liberado a cambio de aceptar permanecer cuatro años de servicio militar en Zamora. “No se me ocurre nada más surrealista que combatir en una guerra, y lo siguiente hacer la mili”.

En 1944, una vez cumplidas todas las obligaciones con el Estado, contrae matrimonio con Ricarda, la hija mayor del dueño de la pensión donde se hospedaba.

-“Cuando le cuento al público por qué me casé, les comento que en Zamora hace mucho frío. Esa fue la razón real. No existió ni amor, ni cariño”.

Comienza a trabajar por primera vez en Radio Zamora, anunciando calcetines y sopa, y radiando partidos de fútbol; escribía guiones y hasta barría los pasillos de la redacción. En paralelo, ganaba un sobresueldo publicando viñetas humorísticas en la conocida revista satírica La Codorniz. 

Regresa a la capital en 1951, y hace amigos entre los artistas de la época, “porque eran gente pobre como yo”. Pagábamos el café con un dibujo del humorista gráfico Antonio Mingote, que me acogió en su casa de la capital. Ese mismo año actúa por primera vez de forma profesional, interpretando una versión de su célebre monólogo sobre la guerra que tituló Solo por una bala. Fue un éxito absoluto.

Con su mujer y su hija

Fue entonces cuando decidió introducir un teléfono en sus espectáculos, a modo de atrezo. Así es como empezó a telefonear al enemigo, al cura o a su esposa. El espectáculo es un éxito absoluto, llena las salas y esto le otorga una acomodada situación financiera. Con esta seguridad comienza una relación sentimental con la actriz María González Cabo, con la que permanecerá unido el resto de su vida y tendrán una hija en común, Malena.

Con su hija Malena

En 1968 toma el camino del exilio hacia Argentina después de ver un anuncio televisivo que decía “España solo exporta calidad. Y decidí ‘exportarme’ porque debía mucho dinero y no soportaba el ambiente de la dictadura”.

Pero desde el otro lado del océano no olvida a sus amigos republicanos y acoge en su casa de Buenos Aires a compatriotas tan célebres como Joan Manuel Serrat, que tenía vetada la aparición en Televisión Española por cantar en catalán, y a un joven Héctor Alterio, muy combativo con la dictadura argentina.

Regresa a España en 1987, cuando piensa que la democracia está lo suficientemente estabilizada. Regresa con su icónica boina, su traje negro sobre una camisa roja y naturalmente, su icónico teléfono.

-“Nunca he querido convertirme en el cateto de la boina y el teléfono”. Por eso comienza a añadir referencias literarias en sus espectáculos; publica libros y estrena obras de teatro, pero jamás olvida su querido teléfono.

Nadie me ha regalado nada
¿Qué escondía bajo su eterna sonrisa? ¿Cómo fue la relación con sus hijos? Son preguntas que él se ha negado a responder. Programas del corazón le ofrecieron sumas astronómicas por revelar ciertos detalles de su intimidad, pero jamás participó en ninguno.

Yo, cuando algún día me encuentro bajo de ánimos, me ‘receto’ algunos monólogos de Miguel Gila, y compruebo que surten efecto inmediatamente.

Ángel Domingo Pérez

 

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