PALABRA DE YOLD. Hoy es mañana, por Alonso C. Caballero
Tres generaciones al loro en el lenguaje
No tenemos el mismo lenguaje de nuestros padres, ni tampoco el de nuestros hijos. Las tres generaciones quisimos saltar los límites del mundo con nuestras expresiones: fetén, chachi y guay, tres vocablos iguales que definen a abuelos, padres e hijos.
Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, la frase es de Ludwig Wittgenstein, un filósofo y matemático austríaco del siglo XX. Crear lenguaje sin límite es lo que hemos hecho las tres generaciones: abuelos, padres e hijos, como los que estuvieron antes, o los que vendrán después; inventar palabras o expresiones para afirmar nuestra identidad. Nuestra modernidad, la de cada generación, ha sido tan efímera como lo ha sido el uso de nuestras expresiones.
“Nuestra modernidad ha sido tan efímera como lo ha sido el uso de nuestras expresiones”.
Las generaciones somos el reflejo de la sociedad. La de nuestros padres era más respetuosa con el lenguaje, más encorsetada -como correspondía a la época- y, por tanto, de más larga duración sus modismos. De la época de las películas de Toni Leblanc o Gracita Morales todos recordamos expresiones como papanatas, fetén, estar sin parné, quedarse al ralentí, chati, estás de toma pan y moja, anda y que te ondulen, hasta luego cocodrilo o nos vamos de parranda, e insultos que ahora resultan casi entrañables como botarate, mameluco, chirimbaina, mequetrefe, lechuguino o mangurrián.
Con la llegada de la democracia no solo cambiamos muchos hábitos de vida, sino hasta el propio lenguaje. Uno de estos movimientos trasgresores fue la movida madrileña: la policía se convirtió en bofia, el cubalibre en cubata, el bocadillo en bocata, el trabajador en currante o el parné en money. Nosotros, los jóvenes de la década de los 80, rompimos los moldes culturales de nuestros padres: Poner a alguien a caer de un burro pasó a ser ponerlo a parir; con su pan se lo coma se convirtió en que le den; quien te ha dado vela en este entierro lo cambiamos por pírate, o ponerse de tiros largos por pintarse como una puerta.
“Quien te ha dado vela en este entierro lo cambiamos por pírate; ponerse de tiros largos por pintarse como una puerta”.
Pasaron los años, y muchos de nosotros tuvimos hijos. Retoños que hablan de otra forma, que nos castigan los oídos con expresiones como no me montes el pollo, no me comas la oreja, no me des la brasa, se te pira la pinza o me estás rayando. Y si te dicen estoy ahí en cero coma, es que quieren decirte que estarán contigo en un pis pas.
En fin, que los tiempos corren que es una barbaridad, como dirían nuestros padres. Lo que hasta ayer a nosotros los yold nos parecía un modernismo: dabuten, guay del Paragüay o la cagaste, Burt Lancaster parece ya completamente desfasado.
Anímate a mandarnos algunas expresiones que usas tú y otras que usa tu hijo. Será divertido contrastarlas.
Alonso C. Caballero
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