Mundo Yold. Sus delicadas ilustraciones infantiles tuvieron un enorme éxito en el siglo XIX
Un viaje al exquisito universo de Kate Greenaway
Nacida a mediados del siglo XIX, la ilustradora Catherine Greenaway fue una de las dibujantes más famosas de su tiempo. Sus bellísimas ilustraciones protagonizadas por niños fueron un gran éxito editorial, con el que pudo mantenerse toda la vida como una mujer independiente, ya que nunca se casó. Su influencia fue tal, que llegó a poner de moda el estilo de vestuario que lucían sus personajes infantiles. Acompáñanos a descubrir el exquisito universo de Kate Greenaway.
Hace más de dos siglos, las ilustraciones de Kate tenían un abrumador éxito entre el público de la época victoriana. Hoy en día, en pleno siglo XXI, sus dibujos nos siguen pareciendo igualmente encantadores, bellos y exquisitos. Aunque su nombre hoy en día apenas es conocido, su arte, sin duda, no solo no ha pasado de moda, sino que sigue resultando igualmente cautivador.
En su juventud
Catherine Greenaway Jones nació el 17 de marzo de 1846. Sus padres fueron el también dibujante John Greenaway y la modista Catherine Elizabeth Jones, dos jóvenes creativos y liberales, muy diferentes de los matrimonios convencionales de su época, que apostaron porque sus cuatro hijos, niños y niñas, se educaran por igual. El fracaso de un proyecto empresarial de John hizo que su mujer se decidiera a abrir su propia casa de modas en el centro de Londres. Durante años, Catherine realizó vestidos y sombreros para las damas de la alta sociedad londinense.
De esta forma, con el trabajo de ambos y no sin dificultades, los Greenaway pudieron mantener a su familia y conseguir que todos sus hijos pudieran estudiar. Precisamente, el trabajo de sus padres influyó mucho sobre la pequeña Kate, que aprendió a dibujar desde pequeña con su progenitor, y también construyó su sensibilidad en el taller de costura de su madre.
Su talento artístico se desarrolló entre dibujos y pinceles, y a la vez entre telas, hilaturas o hilos de colores.
Su talento artístico se desarrolló entre dibujos y pinceles, y a la vez entre telas, hilaturas o hilos de colores, dando rienda suelta tanto a su creatividad, como a su gusto por el detalle y la perfección. También pudo desarrollar la inspiración y sensibilidad artística de John, sin perder el sentido práctico y el talento para el comercio y el éxito empresarial de Catherine.
Otra influencia trascendental en la evolución de Kate fueron sus estancias en la campiña de Northamptonshire, donde la familia o los niños pasaban temporadas de descanso. Allí, en el campo, nació su gran amor por la naturaleza, algo que igualmente reflejaría en su obra.
Tras sus primeros años de estudio en pequeñas escuelas de arte, Kate se trasladó a la Central School de Kensington, en Londres, para complementar su formación profesional. Pero decidió abandonar este centro porque a las mujeres no les permitían trabajar con modelos desnudos, algo que obviamente suponía un lastre en su aprendizaje. Por este motivo, se trasladó a la Slade School of Art, donde el programa de estudios era igual para todos los alumnos.
Una mujer independiente
Ya durante su época de estudiante comenzó a realizar encargos de ilustraciones, sobre todo para el amplio mercado de tarjetas de felicitaciones, que en aquella época estaba en auge, y por las que desde muy joven empezó a ganar su propio dinero. Así, pronto se pudo costear el alquiler de un pequeño estudio donde cada vez trabajaba de forma más profesional.
La ilustradora en su estudio
Ya desde estos primeros momentos, su tema principal eran las ilustraciones de jovencitas o niños vestidos con trajes de épocas pasadas, y muchas veces ambientados en el campo o en escenas ornamentadas con decoración Art Nouveau, y motivos vegetales y florales.
Escenas de gran delicadeza, con suaves coloridos pastel, en los que Kate cuidaba los detalles más recónditos.
Portada de Bajo la ventana
En 1879, la joven publicó su primer libro propio de ilustraciones y pequeños textos, titulado Bajo la ventana, con los grabados de sus obras realizados por Edmund Evans con la técnica de la cromoxilografía. La obra fue un gran éxito de ventas, con más de 20.000 copias vendidas en tan solo la primera edición.
En 1879, la joven publicó su primer libro propio de ilustraciones y pequeños textos, titulado Bajo la ventana.
Ilustración para El flautista de Hamelin
Posteriormente, vendrían otras obras con sus cada vez más características ilustraciones: El libro del cumpleaños, El jardín de las caléndulas, El flautista de Hamelin, El libro de los juegos, etc. Durante esos años, se convirtió en una de las autoras más vendidas de su época.
Tarta de manzana
Kate trabajaba con la editorial George Routledge & Co., que publicaba libros de pequeño tamaño a precios económicos y accesibles, lo que hizo que sus obras llegaran a un público muy amplio.
Día de mayo
El éxito de Kate no solo se materializó en la venta de sus libros y dibujos, sino en la extraordinaria influencia que su trabajo tuvo sobre la moda infantil de la época. En la época victoriana e industrial en la que vivió Kate (finales del siglo XIX), las ilustraciones de la artista solían mostrar a niños vestidos con atuendos antiguos, inspirados en la moda de la Regencia (finales del XVIII y principios del XIX).
Fuera del colegio
Así, las niñas de sus ilustraciones llevaban vestidos largos, delantales o batas, mientras que los niños igualmente vestían vestidos, pantalones bombachos, gorras, etc. Tanto gustaron los vestuarios de sus personajes que, gracias a sus libros, se volvieron a poner de moda.
Tres niñitas
Kate creció en el taller de costura de su madre, con lo cual tenía especial gusto y habilidad para dibujar y colorear los vestiditos infantiles con sus exquisitos detalles.
De hecho, los almacenes londinenses Liberty crearon una línea completa de prendas infantiles inspiradas en sus dibujos. Y es que, no hay que olvidar que Kate creció en el taller de costura de su madre, con lo cual tenía especial gusto y habilidad para dibujar y colorear los vestiditos infantiles con sus exquisitos detalles.
A diferencia de lo que pasaba con la mayor parte de las mujeres de su época, cuya supervivencia normalmente dependía de estar casadas, Kate se mantuvo soltera toda la vida, siendo independiente económicamente gracias a su exitoso trabajo como ilustradora.
La que fue su casa londinense, en la actualidad
Mantuvo una amistad muy cercana y especial con el crítico de arte John Ruskin, pero nunca se casó. Tuvo, eso sí, relaciones amistosas con gran parte de los intelectuales de su época, como Frederick Locker-Lampson, George Eliot o Edward Coley Burne-Jones, entre otros.
Pasaba mucho tiempo con las familias de sus amigos, y disfrutaba especialmente de la compañía de los niños. Desde 1885 vivió en la preciosa casa que ella misma encargó al arquitecto Richard Normal Shaw, y que aún se puede visitar en el barrio de Frognal, en Londres.
La burbuja
Lamentablemente, Kate enfermó de cáncer y falleció con tan solo 55 años, dejando a su familia y amigos desolados por su pérdida. Aunque con los años su nombre perdió la fama que tuvo en vida, el éxito y la admiración por sus obras permanece.
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