Mundo Yold. La madurez nos trae autoestima y fuerza para luchar contra los complejos
Cuando creía que era fea
Una de las cosas que aprendemos con los años es que siempre fuimos guapas, aunque siempre nos veíamos feas…
Estoy segura de que esta misma sensación la ha vivido más de una de nuestras lectoras, y seguramente también muchos de nuestros lectores: la de mirar las fotos de hace décadas y encontrar que estábamos estupendos.
Han tenido que pasar veinte años para poder vernos con claridad, sin las distorsiones que nos producían nuestros complejos
Han tenido que pasar veinte años para poder vernos con claridad, sin las distorsiones que nos producían nuestros complejos. Sin el filtro negativo que nos ponía nuestra falta de autoestima, factores que se aliaban para que el espejo nos devolviera una imagen falsa y negativa sobre nosotras y nosotros mismos.
Porque, afortunadamente, entre las muchas cosas buenas que tienen los años y la madurez es que solemos ganar en autoestima, conquistamos seguridad, nos gustamos más, y reforzamos nuestra seguridad.
Pese a ello, hay que reconocerlo: nos seguimos mirando al espejo, y sufrimos el mismo problema, nuestros “defectos” nos pueden, continuamos viéndonos gordas o gordos, con poco atractivo, creemos que la ropa no nos queda bien… Porque, pese a todo, y lamentablemente, nuestros complejos siguen intentando quebrar nuestra autoestima. Si acaso, la parte buena es que ahora sabemos que son espejismos, que nuestra mente nos engaña, que los duendes malos del cerebro luchan para que nos veamos peor de lo que estamos.
Nuestros complejos siguen intentando quebrar nuestra autoestima. Si acaso, la parte buena es que ahora sabemos que son espejismos.
Sé que cuando, el día de mañana, sea una ancianita -espero llegar a serlo, ojalá- entonces miraré las fotos de ahora y de nuevo sucederá: me daré cuenta de que, con cincuenta años (es decir, ahora), estaba estupenda, guapa, saludable, atractiva, y desde luego, mucho más delgada de lo que yo pensaba…
Mientras tanto, además de cuidar mi cuerpo, pienso seguir cuidando, día a día, mi mente, para seguir reforzando mi autoestima, la seguridad en mí misma, y luchar contra estúpidos complejos, contra esas percepciones negativas que insisten, una y otra vez, en estropearme el día a día. Gracias a esa lucha continua, cada vez lo consiguen menos.
Mientras tanto, además de cuidar mi cuerpo, pienso seguir cuidando, día a día, mi mente.
Tengo el propósito inmenso y absoluto de quererme hoy más que ayer, y menos que mañana. De verme guapa cada día. De amarme para toda la vida. No voy a dejar para mañana la autoestima, el cariño y el bien hacia mí misma que me debo ya, desde el día de hoy. Voy a apreciar, desde este mismo momento, lo bien que me encuentro, lo guapísima que soy, lo mucho que tengo, las cosas hermosas que me rodean… ¡Y que estoy mucho más delgada de lo que me veo cuando salgo al espejo!
Voy a celebrarme y a celebrar mi vida, que es lo más importante y principal que tengo. No dejemos para mañana el cariño y el amor que nos debemos, a nosotros mismos, hoy.
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