Cine Yold. La personalidad e inteligencia de una gran actriz
20 años sin Katherine Hepburn, actriz con arte y carácter

Hoy hace veinte años que la gran Katherine Hepburn se nos fue. Ya había cumplido los 96 y estaba enferma de Parkinson desde hacía ya tiempo. Nuestro crítico de cabecera no ha querido perder la ocasión de recordarla, desde la admiración y el respeto que los yolds sentimos por ella.
En más de una ocasión la legendaria actriz aseguró: “Si sobrevives en Hollywood el suficiente tiempo serás reverenciada como un edificio antiguo”. Sin embargo, ella fue idolatrada desde su juventud. ‘Rebelde, independiente y fiera’ son los adjetivos que más repiten sus contemporáneos cuando se refieren a ella.
Como Jo March, en Mujercitas
Nunca fue la más bella del reparto en las películas donde apareció, pero sí tuvo una fotogenia que hacía que la cámara la adorase, y una elegancia innata que mantuvo hasta el rodaje de El estanque dorado (Mark Rydell, 1981), película por la que obtuvo el deseado Oscar a Mejor actriz, que la convirtió en una de las intérpretes más laureadas de la historia.
Escena romántica con el gran amor de su vida, Spencer Tracy
A lo largo de más de seis décadas en la cumbre de Hollywood participó en algunas de las películas más icónicas de Hollywood, como Historias de Filadelfia (George Cukor, 1940), Adivina quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967), o El león en invierno (Anthony Harvey, 1968). Ambiciosa e insaciable mientras tuvo fuerzas, la actriz siempre rechazó permanecer en la ‘zona de confort’ y buscó superarse en cada película con toda su energía.
Fotograma de La fiera de mi niña
Su secreto para mantenerse en la cima de Hollywood siempre fue el mismo: decidir por sí misma en qué película trabajar, y ser fiel a sus principios éticos hasta el último día.
Aunque en muchas ocasiones aseguró que “podría haber trabajado en muchas más películas”, lo cierto es que fue muy selectiva. De hecho, solo terminó de rodar medio centenar de películas, pero todas ellas sobresalientes.
Adivina quién viene a cenar
Una estrella con ‘los pantalones bien puestos’
Hepburn fue una estrella independiente con un espíritu sorprendentemente feminista para su época histórica y profesional. En muchas ocasiones se negaba a maquillarse y prefería la comodidad de las ropas masculinas al glamur de los vestidos femeninos. Llevó pantalones cuando muy pocas mujeres se atrevían a hacerlo, y peleó con garras y dientes contra las imposiciones de los grandes estudios, que en aquellos años pretendían controlar cada palabra que pronunciaran sus actrices en nómina fuera de los platós.
En otra de sus icónicas escenas con Cary Grant (La fiera de mi niña)
Aquellos rasgos le hicieron ser la actriz idónea para La gran aventura de Silvia (George Cukor, 1936), en la que aparece vistiendo prendas masculinas e incluso ¡besando a una mujer! Aunque no pudo evitar pasar por la vicaría en 1928 del brazo del también actor Ludlow Orden Smith, con el que permaneció casada cinco años.
Como Leonor de Aquitania en El león en invierno
Tras su divorcio aseguró que “jamás se volvería a casar”, y cumplió su palabra para sufrimiento del actor Spencer Tracy que la esperó pacientemente, aún sabiendo que nunca habrían podido contraer matrimonio porque él era un hombre casado.
En La reina de África
Protagonizó numerosas películas acompañando a los icónicos galanes del Hollywood clásico, como Cary Grant, James Stewart, John Wayne y Peter O’Toole, entre otros. A los ochenta años publicó un libro de memorias: “Cómo se rodó La Reina de África o cómo fui a África con Bogart, Bacall y Houston y casi me volví loca”, que fue un éxito rotundo de ventas, al que siguió su afamada autobiografía “Yo. Historias de mi vida”, en 1991.
Con Henry Fonda en El estanque dorado
En 1994 anunció su retirada de las pantallas durante el rodaje del filme para televisión Una navidad. Desde entonces se apartó totalmente de la vida pública debido a su deficiente estado de salud. Cáncer de piel y el mal de Parkinson fueron algunas de las patologías que limitaron los últimos años de su existencia, aunque no le impidieron alcanzar la longevidad.
-“La vida es lo importante: caminar, disfrutar de la casa, la familia, el nacimiento y la muerte y la alegría. Actuar es simplemente esperar una tarta de crema”, dijo. Por eso vivió intensamente.
Ángel Domingo Pérez
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