Mundo Yold. Personas como Sugihara nos devuelven la confianza en el ser humano

La lista del Schindler japonés

 

 

Redacción Yold
20 septiembre, 2023

Hoy ni nos suena su nombre, pero miles de judíos salvaron su vida gracias a él y, tanto en Israel como en su país, Japón, es un héroe nacional. Por eso queremos homenajear a Chinue Sugihara, el diplomático nipón que autorizó la expatriación de más de 6.000 personas en la Segunda Guerra Mundial. Una historia de espías, guerra y muerte, pero con final feliz, al estilo de la que cuenta La lista de Schindler. ¿Te apetece conocerla?

Chinue Sugihara fue un diplomático de carrera, el primer japonés destinado en Lituania. Nació el 1 de enero de 1900, en una familia de clase media en la Prefectura de Gifu, isla de Honshu. Antes de su destino lituano, Sugihara ya apuntaba maneras en cuanto a su compromiso ético. Por ejemplo, llegó a renunciar a su puesto como Viceprimer Ministro de Asuntos Exteriores en Manchuria por el maltrato que infringían las autoridades japonesas a la población china local.

Con su esposa, un apoyo incondicional en su arriesgada y generosa tarea

Pero, sin duda, fue en sus años en Europa cuando mostró toda su valentía moral, arriesgando su carrera diplomática para salvar la vida de los numerosísimos refugiados que llamaban a la puerta del consulado nipón en Kaunas, para pedir un visado y poder huir de una muerte segura a manos de los nazis.

Se calcula que ayudó a alrededor de 6.000 judíos a abandonar Lituania.

Ciudadanos judíos esperando en el consulado japonés de Kovno

Aunque es imposible conocer la cifra exacta, se calcula que ayudó a alrededor de 6.000 judíos a abandonar Lituania, que entonces pertenecía a la Polonia ocupada por la Alemania nazi, para que pudieran escapar a Japón.

Sugihara puso en peligro su carrera, e incluso su vida y la de su familia, pues desobedeció –algo insólito en la ética nipona- a sus superiores del Ministerio de Asuntos Exteriores y expidió los visados de miles de personas. Y es que la mayoría de los refugiados no satisfacían los estrictos requisitos que imponía Japón. Al mismo tiempo, todo hay que decirlo, Sugihara cumplía con sus compromisos como espía, informando a su gobierno sobre la situación en Lituania y el trabajo que realizaban el resto de embajadas internacionales.

Con su familia y amigos lituanos

Sugihara puso en peligro su carrera, e incluso su vida y la de su familia, pues desobedeció –algo insólito en la ética nipona- a sus superiores.

El ministerio le reconvino hasta en tres ocasiones y las tres Sugihara hizo caso omiso. De esta forma radicalmente desobediente, entre el 18 de julio y el 28 de agosto de 1940, comenzó a conceder visados por su propia iniciativa, después de consultar con su esposa.

La esposa de Sugihara con Steven Spielberg, el director de La lista de Schindler

Llegó incluso a escribirlos a mano (parece que, en ese tiempo, pasaba más de 18 horas al día firmando visados a toda velocidad), y en ello estuvo ocupado hasta el 4 de septiembre, cuando tuvo que dejar su puesto porque el consulado cerraba sus puertas. Para entonces ya había concedido millares de visados e, igualmente, continuó firmándolos mientras estuvo de viaje. Se cuenta que, por la ventanilla del tren que le sacaba de Lituania, lanzó visados a la muchedumbre de refugiados desesperados.

Visado firmado por Sugihara para Warhaftig, un destacado líder judío

Pasaba más de 18 horas al día firmando visados a toda velocidad.

A esto hay que añadir que muchos visados fueron expedidos a familias enteras, permitiendo así que varias personas viajasen con una sola autorización. Entre los que consiguieron huir había numerosos rabinos y sabios talmúdicos; gracias a que salvaron sus vidas, las escuelas tradicionales judías pudieron restablecerse en otros países.

Sugihara en su encuentro con Warhaftig, el líder religioso al que ayudó a escapar del Holocausto

Tras la guerra, en 1947, el Ministerio de Exteriores nipón le pidió que renunciara a su cargo diplomático. Cuando le preguntaban por qué arriesgó su carrera, Sugihara siempre respondía con un hermoso refrán samurái: El buen cazador no puede matar a un pájaro cuando este vuela a él en busca de refugio“.

Gracias a su dominio de la lengua rusa, se estableció en la Unión Soviética durante 16 años, para trabajar allí y vivir una vida discreta, mientras su familia permanecía en Japón.

Placa en el consulado japonés de Kovno en la que se honra el recuerdo de Sugihara como salvador de los judíos

Una institución judía en memoria de las víctimas del Holocausto, Yad Vashem, le homenajeó en 1984 con un monumento y el otorgamiento del título de Justo entre las Naciones. Como Sugihara estaba demasiado enfermo para viajar a Israel, en su representación lo hicieron su esposa e hijo.

La esposa de Sugihara en el homenaje del Gobierno israelí de 1995

En agradecimiento, el Gobierno israelí le dio a toda la familia la ciudadanía perpetua. Y, todo hay que decirlo, también en su país es considerado un héroe nacional. Su valentía y compromiso ético con la humanidad nos devuelven la confianza en la bondad del ser humano.

Sugihara murió dos años después, el 31 de julio de 1986. Un asteroide (el 25.893) lleva su nombre.

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