Diálogos de película convertidos en frases hechas

Apuesto a que más de una vez no te has podido quitar de la cabeza sintonías tan pegadizas como la de Mercadona, o aquel anuncio de Navidad que decía: “creo que mi padre es un elfo, sí lo es, sí lo es…”. De la misma forma, numerosas películas y series también han provocado este fenómeno. ¿Qué hace que una expresión se fije en tu cabeza? Veamos algunos ejemplos:

–¡Corre, Forrest, corre! El famoso grito de Jenny Curran (Hannah Hall) en Forrest Gump (1994). ¿Cuántas veces has cambiado el nombre de esta frase y la has usado para animar a alguien de forma cómica?

–Houston, tenemos un problema. Esta histórica expresión la dijo Jim Lovell (Tom Hanks) en Apollo XIII (1995). Con el tiempo se convirtió en la expresión perfecta para aportar algo de humor a situaciones preocupantes.

–Mi nombre es Bond, James Bond. Desde 1954, las películas del Agente 007 presentan a su personaje con esta frase, saludo que muchos utilizan para presentarse de forma… ¿interesante?

–Hasta la vista, baby. En principio sería fácil asociarla a una película romántica, sino fuera porque la pronunció el imponente androide T-800 (Arnold Schwarzenegger) en Terminator 2: El juicio final (1991). Apuesto a que en más de una ocasión has querido imitarle, ¿llegaste a hacerlo?

–Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar. No hace falta añadir que al pronunciar esta frase tienes que aparentar una actitud de amenaza al más puro estilo Vito Corleone (Marlon Brando), en la primera parte de El Padrino (1972). Si la pronuncias sosteniendo un gato, tal vez ganes una estatuilla de la Academia.

–Mi tesoro… Cuando Gollum (Andy Serkis), se muestra con su verdadero aspecto durante la segunda entrega de El Señor de los Anillos: las dos torres (2002), lo hace repitiendo sin parar esta agónica frase. Admite que alguna vez lo has imitado para dejar claro que una cosa valiosa te pertenece. Como curiosidad, a nuestros lectores de Latinoamérica le sorprenderá la palabra ‘tesoro’, puesto que en aquellas latitudes Gollum repetía febrilmente “mi precioso…”.

–¿Me estás hablando a mí? El taxista nocturno Travis Bickle (Robert de Niro) hizo inolvidable esta secuencia de Taxi driver (1976), obteniendo un sinfín de nominaciones a los galardones a Mejor actor por su agónica interpretación.

–Que la fuerza te acompañe… La saga de La guerra de las galaxias deslumbró en los cines desde 1976. George (Lucas), nunca sabremos cómo agradecerte que nos enseñaras a despedirnos de una manera tan original…

–¡Soy el rey del mundo! En 1997, el descarado Jack Dawson (Leonardo DiCaprio), nos enseñó a gritar a pleno pulmón desde la proa del Titanic (James Cameron).

–Hasta el infinito… y más allá. Escuchamos por primera vez este grito de ánimo al actor de doblaje José Luis Gil, prestando su voz al juguete espacial Buzz Lightyear en la primera película de la saga Toy Story (1995). Desde aquel año, es una de nuestras frases favoritas para animar a alguien.

–Hay tres maneras de hacer cosas, la correcta, la incorrecta… ¡y la mía! Escuchamos esta declaración de intenciones durante la película Casino (1995). Con ella, Sam Ace (Robert de Niro) nos muestra la forma definitiva de defender tu manera de pensar.

–Después de todo… ¡mañana será otro día! Confieso que me ha llevado un tiempo decidirme sobre la frase más idónea para cerrar este artículo. Esta célebre expresión nos lleva a la mansión sureña de la familia O´Hara en Lo que el viento se llevó (1939). Desde entonces, se pronuncia cuando un cinéfilo siente que alguien necesita calmarse.

Este artículo podría extenderse eternamente. Tal vez, en otro momento hubiera elegido otra veintena de expresiones, de lo que estoy seguro es de que alguna vez todos hemos utilizado alguna de estas expresiones.

Ángel Domingo Pérez