En guerra con mi abuelo: De Niro, en una divertida fábula antibélica

Han tenido que volver a reunirse dos astros de la escena como Robert De Niro y Christopher Walken, que impresionaron en El Cazador (Michael Cimino, 1978), para recordarnos que todavía hay esperanza de encontrar una buena comedia familiar. Hoy, nuestro crítico nos lleva al cine a ver uno de los últimos estrenos En guerra con mi abuelo.
El director Tim Hill, que ha trabajado sobre una novela de Robert Kimmel Smith, nos propone un depósito de gags slaptick (en castellano, bufonadas) al servicio de un argumento escrito para que el espectador se sienta bien y disfrute la cinta con una sonrisa en los labios; especialmente cuando comparten plano la tropa de veteranos liderados por Robert De Niro, que se dan el gusto de parodiar a obras maestras como El Padrino o Taxi Driver.
Asistimos a la entretenida trama esperando la previsible, y definitiva, conciliación entre Peter (Oakes Fegley) y su abuelo (el propio De Niro). En definitiva, un ejercicio de nostalgia repleto de buenas intenciones y chistes aptos para todos los públicos; lo que en esta ruleta rusa, en que se ha convertido este recién terminado 2020, es muy admirable.
Dejando al margen las jugarretas, el guion también incorpora un importante mensaje final acerca de las guerras. Un mensaje que lleva a una reflexión ciertamente importante y que, seguramente, no pasará desapercibida tampoco para los más pequeños. Por mi parte siempre he aplaudido, y aplaudiré, incorporar algo de contenido a las películas más allá de que se dirijan a los más pequeños o a los más grandes. Así pues, en este caso, los chavales no sólo se echarán unas risas, sino que también aprenderán una valiosa lección.
Durante el acto de presentación de la película, De Niro no ocultó su satisfacción por formar parte de un proyecto como éste: “También es digno de mención que haya películas de este tipo sobre las relaciones entre abuelos y nietos; debido a la falta de hábito de que convivan regularmente ambas generaciones”.
Se agradece la presencia de Uma Thurman en el papel de Sally; la actriz preferida por Quentin Tarantino (Pulp Fiction, 1994 y Kill Bill, 2003) que, para pesar de muchos de sus seguidores, ha pasado de ser una asesina profesional a estar más sosegada intermediando como hija y como madre de los dos bandos en guerra. Tiene 50 años pero, eso sí, sigue igual de guapa.
Ángel Domingo Pérez
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