Cine Yold. En el aniversario del nacimiento de una de las estrellas del cine mudo 

Harold Lloyd, audaz cómico a la altura de los más grandes

Angel Domingo
18 abril, 2023

El 20 de abril de 1893 nació el que fuera el actor más popular y mejor pagado de la historia del cine universal. Por todas las risas que nos has regalado, Harold, desde Gente Yold te recordamos con gratitud. Aquí, nuestro homenaje.

Sus icónicos anteojos hicieron que el gran público le conociera como el gafitas del cine. Su mayor triunfo fue animar y divertir al deprimido público de la terrible década que siguió al inesperado crac del 29 en Wall Street. Tuvo la suerte de coincidir en la época de mayor esplendor con los dos astros del cine hollywoodiense: Charles Chaplin y Buster Keaton.

Tal vez consciente de que no podía competir en calidad cinematográfica con los dos tótems del cine mudo, decidió apostar por la cantidad, y llegó a rodar centenares de películas a un ritmo de dos cintas semanales, amasando una de las mayores fortunas de un actor en toda la historia del cine. Pero su mayor triunfo lo consiguió de manera póstuma, al reunir a millones de seguidores que acompañaron su féretro. Hay quien asegura que ninguna personalidad ha conseguido congregar tal cantidad de público en un entierro.

Fue uno de los mejores malabaristas que han pasado por la gran pantalla.

Los seguidores del cómico conocerán el dato: no todo fueron carcajadas en su biografía. El momento vital más dramático fue en sus comienzos, cuando la explosión de una vetusta cámara de fotos le dejó ciego varios meses y le amputó la mayor parte de los dedos de una mano. Sin embargo, el hándicap de tener una mano prácticamente inutilizada no le impidió convertirse en uno de los mejores acróbatas que han pasado por la gran pantalla, alcanzando su cenit en la secuencia más icónica de toda su filmografía: aquella en la que aparece literalmente colgado de las gigantescas manecillas de un reloj.

Harold pertenece a esa raza de intérpretes que conoce la cocina antes que el mostrador; pues entró en el universo teatral realizando tareas de acomodador, y sus comienzos profesionales fueron sobre las tablas de pequeños teatros de barrio.

Harold Clayton Lloyd nació en Burchard (Nebraska) el 20 de abril de 1893, y falleció en Beverly Hills (California) el 8 de marzo de 1971. En 1923 se casó con la actriz Mildred Davis, teniendo con ella dos hijos, también actores, Harold Lloyd jr. y Gloria Lloyd.

Sus primeros años son un tanto oscuros. Unas fuentes dicen que era hijo de un pastor protestante, otras que su padre era comerciante, y aún hay quien asegura que su familia era pobre y errante. Sí coinciden todas las biografías consultadas en que Lloyd sintió una fuerte pasión por el teatro, y que a los doce años ya trabajaba de acomodador en el Teatro Orpheum de Omaha. Los Orpheum eran una cadena de salas distribuidas en todas las ciudades importantes de los Estados Unidos. En España teníamos otras con el mismo nombre, Orfeón, y en Madrid se llamaban Orfeo. Precisamente, en el Teatro Orfeo Arlequín, la sala de mi ciudad, fue donde descubrí el cine cómico mudo americano porque en los años noventa, cada domingo por la mañana, solían programar sesiones de antiguas cintas de Charlot y Buster Keaton. Y fue en el glorioso Teatro Orpheum donde un joven Harold Lloyd conoció al actor John Lane Connor, director de la Compañía Ambulante Burwood, quien le pidió le buscara alojamiento en la ciudad.

El avispado Harold le llevó a su propia casa, tras convencer a su madre, y aprovechó la circunstancia para trabar amistad con el actor. No es de extrañar pues, que al prepararse la obra Tess of the D’Urbervilles, de Thomas Hardy, en 1907, Connor le diera al muchacho el papel de Abe, un niño cojo, que animó a la madre de Harold a darle estudios teatrales en la Escuela de Arte Dramático de San Diego, fundada por Connor.

Harold estaba en San Diego cuando llegó a esta ciudad californiana la productora de Edison para rodar un anodino western con Laura Sawyer y Ben Wilson. El ayudante de dirección se pasó por la escuela en busca de posibles talentos (costumbre que se ha perdido en el cine contemporáneo). Connor recomendó a Harold para un papel, y consiguió que le adjudicaran una figuración, un papel de piel roja que se pasó todo el rodaje semidesnudo. Tras varias obras en giras provinciales con Trilby y Oliver Twis, junto a actores como Charlie Ruggles, Florence Reed y William Desmond (posteriores secundarios en las películas), Lloyd descubrió que su mayor talento era la comedia, tal como presintió el propio Ruggles.

La Compañía Edison tenía unos estudios en Balboa. Al llegar a esta ciudad la compañía teatral, Harold aprovechó la ocasión para trabajar de extra en algunas cintas, y a la tercera semana se marchó al naciente Hollywood, se disfrazó de indio y burló a los vigilantes de los Estudios Universal. J. Farrell McDonald rodaba His Heart, His Hand, His Sword, un serial de doce episodios, protagonizados por J. Warren Kerrigan. El joven actor era muy simpático y cordial, y se ganó la confianza del director, quien se decidió a contratarle en todos sus filmes sucesivos. En uno de esos rodajes conoció a Hal Roach. El resto ya forma parte de la leyenda.

Harold no quería ser otro Chaplin, sino él mismo, e inventó su propio personaje, con el que rodó la asombrosa cifra de ciento dos cortos.

En 1914 actuó en el corto cómico con personajes como Willie Work y Lonesome Luke, pero Harold no quería ser otro Chaplin, sino él mismo, e inventó su propio personaje, con el que rodó la asombrosa cifra de ciento dos cortos de una bobina. The Winckle o sencillamente, ‘él’, como se le conoció en Europa, se convirtió en uno de los personajes más cómicos del cine en su etapa silente.

En definitiva, Harold Lloyd tuvo muchos detractores, se decía que era un pequeño burgués, conformista, pero el tiempo ha ridiculizado todos estos prejuicios. Lloyd fue un gran cómico, un genio del humor, recordemos una secuencia de Movie Crazy (Clyde Bruckman, 1932), en la que por error se viste con la chaqueta de un mago sacando a bailar a la mujer de sus sueños. En medio de la pista comienzan a salirle conejos de sus bolsillos dejándole en ridículo.

Entre sus filmes mudos, aparte los citados, destacan Marino de agua dulce (Fred Newmayer, 1921); el entrañable El mimado de la abuela (Fred Newmayer, 1922), Doctor Jack (Fred Newmayer, 1922); o el optimista ¡Venga alegría! (Fred Newmayer y Sam Taylor, 1923), Tenorio tímido (Fred Newmayer y Sam Taylor, 1924), Casado y con suegra (Fred Newmayer y Sam Taylor, 1924), ¡Ay, mi madre! (Sam Taylor, 1926), El hermanito (Ted Wilde, 1927) y Relámpago (Ted Wilde, 1928).

Harold Lloyd tuvo muchos detractores, se decía que era un pequeño burgués, conformista, pero el tiempo ha ridiculizado todos estos prejuicios.

Con su esposa, la actriz Mildred Davis

Su debut en el sonoro fue en una breve aparición en Barcelona (1929), un filme comercial rodado especialmente para la Exposición Internacional de Barcelona. Su primer largometraje con la nueva técnica fue un importante éxito de taquilla: ¡Qué fenómeno! (Clyde Bruckman, 1929), pero ni La garra del gato (Sam Taylor,1934), ni siquiera la icónica Professor Chiflado (Elliot Nugent, 1938), están a la altura de su anterior carrera en el mudo, destacando por encima de todos La vía láctea (Leo McCarey, 1936) y el ya mencionado Cinemanía, donde mejor supo conjugar el humor visual con el sonido, echando por tierra todos los tópicos de su supuesta decadencia en el sonoro.

En mi opinión, Harold Lloyd trabajó hasta la extenuación en películas que hoy consideramos icónicas, no consiguió ser recordado como Chaplin o Keaton, pese a trabajar más tiempo y con más ahínco. Quizás su condición de independiente no jugó a su favor.

Su multitudinario entierro fue la prueba definitiva de que había conquistado los corazones de los espectadores. Lo que hubiera disfrutado Harold si hubiera sabido que, tras su muerte, quedó patente que fue, sin ninguna duda, el cómico más célebre de su época.

Ángel Domingo Pérez

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies