Mundo Yold. Veinte años sin la Gran Sacerdotisa del Soul

Diez canciones (y unas lágrimas) por Nina Simone

 

 

Redacción Yold
20 abril, 2023

No fue solo cantante, no fue solo pianista, no fue solo compositora… Nina Simone fue todo eso y también una valiente defensora de los derechos civiles, particularmente una voz potente contra la discriminación racial. Con un talento a prueba de estilos -soul, góspel, jazz, rhythm and blues, canción protesta…-, su fuerza de carácter y conciencia social hicieron de ella una mujer excepcional. Hoy, en el veinte aniversario de su muerte, queremos recordarla y escuchar sus más legendarias canciones.

Nina Simone nació llamándose Eunice Waymon. Decidió adoptar el apellido Simone, en homenaje a la actriz francesa Simone Signoret (también una mujer fuerte y libre). Nina es la adaptación angloparlante de “niña” en español, como la llamaba un novio de origen hispano. Este cambio de nombre se produjo cuando despegó su carrera musical, en pequeños antros y tugurios varios de la América profunda.

Y es que Eunice quería esconder a su familia, sobre todo a su madre, su faceta como pianista de jazz, la llamada “música del diablo”. Desde muy pequeña, Nina recibió formación en música clásica, porque sus padres, conscientes del talento musical de su hija, deseaban fervientemente que se convirtiera en una prestigiosa pianista, y por eso contrataron como profesora a Muriel Mazzanovich, que se entusiasmó con tan aventajada alumna, y pretendió convertirla en la primera afroamericana concertista clásica.

Love me or leave me:
Gracias a esta profesora, a los seis años, Nina conoció a Johann Sebastian Bach, y tenía solo ocho cuando dio su primer concierto. Muchos años después esta influencia de su admirado Bach se transparentaría en Love me or leave me.

En esta famosa canción, Nina escribió una “cadenza” inspirada en un pasaje del Concierto de Brandemburgo, número 5, de Bach, que baila sobre el ritmo de jazz clásico.

Jazz es un término de los blancos para definir la música negra. Yo hago música clásica negra

I loves you, Porgy
Con el clásico de George Gershwin, I loves you, Porgy, comenzaron sus éxitos.

¿Hay alguna canción más triste que encuentre una más voz profunda y cálida que la de Nina?

Samson and Delilah
Hasta el 12 de abril de 1963, ninguna mujer negra había subido al escenario del legendario Carnagie Hall, de Nueva York, para interpretar música clásica. El público -sobra decirlo- era mayoritariamente blanco.

Entre otros temas, Nina tocó magistralmente el aria de la ópera Samson and Delilah, de Camille Saint Saens y se ganó una ovación histórica. Sus interpretaciones de ese día han quedado para la posteridad preservadas en el maravilloso álbum Nina Simone at Carnegie Hall.

-Mississippi Goddam
Es la respuesta de Nina al atentado perpetrado por un grupo terrorista de supremacistas blancos, que mataron a cuatro niñas con un artefacto explosivo en una iglesia de Birmingham, Alabama, en 1963.

Ni su formación de pianista clásica, ni su esmerada educación, fueron inconveniente para que Nina cantara esta letra realmente enfadada, mirando al público y elevando el tono hasta casi el grito, en protesta por este atentado y la discriminación y los asesinatos de negros y negras, que en los años 60 eran continuos. Esta canción sufrió un feroz boicot en varios estados del sur por ser considerada un desafío directo a los racistas, y a la vez incitar a los afroamericanos a no soportar más segregación.

Con su característica mordacidad critica a los que pedían «ir despacio» en el tránsito hacia la igualdad y la globalización de los derechos civiles. La conciencia racial le nació de niña, cuando, desde el escenario durante un concierto, vio cómo desalojaban de sus asientos a sus padres, para cedérselos a una pareja blanca. La pequeña Eunice paró de tocar y amenazó con marcharse si no se permitía a sus progenitores volver a sus butacas. La segregación racial estaba a la orden del día, pero Nina era ya mucha Nina.

Ne me quitte pas
Si alguien ha sido capaz de conjugar en su expresión las personalidades de músicos y cantantes tan distintos como Billie Holiday, Bob Dylan, Johan Sebastian Bach, Ray Charles, Jacques Brel o Miriam Makeba, esa ha sido Nina. Aretha Franklin y Madonna, pasando por Elton John, Adele e incluso Kanye West, se han declarado admiradores absolutos de su música.

Si Ne me quitte pas es siempre estremecedora, en la voz quebrada de Nina, con su marcado acento afroamericano, simplemente hace temblar a las piedras.

Four women
Four women es una verdadera creación en torno a cuatro tipos de mujer que soportan la opresión patriarcal de diferentes maneras. La letra, pura poesía; el piano, genuino dramatismo; la voz, desgarro en vivo.

-Ain’t Got No, I Got Life
Para muchos, su mejor canción. La compuso en 1968, en estado de gracia divina, celestial, estratosférica… Es una de las canciones incluidas en el libro 1001 Canciones Que Debes Oír Antes de Morir.

La letra revela una verdad esencial: solo nos tenemos a nosotros mismos y eso es lo único que necesitamos. Además de un comentario sutil a la complejidad de la identidad afroamericana, también se puede interpretar como un canto a la vida, a la esencia del ser humano y las cosas, e incluso, con una mirada más actual: un desprecio al consumismo y una reivindicación de la vida sencilla.

Quiero golpear a mi audiencia tanto y tan fuerte que, cuando salgan de mis conciertos, se vayan destrozados.

-The King of love is dead
El 7 de abril de 1968, apenas tres días después del asesinato de Martin Luther KingNina Simone se encontraba de nuevo cargada de rabia y frustración frente a un público que esperaba con ansia su aparición, en este caso en el Festival de Westbury, en Nueva York.

Ante la audiencia, la cantante expresó su voluntad de tocar una canción que apenas había sido escrita unas horas antes, y que no había tenido tiempo de ensayar. La introdujo diciendo «una canción escrita para él, por él; solo tuvimos un día para aprenderla, pero de todos modos quería que sonase hoy aquí».

A partir de este momento, a Nina se le “cayeron” los Estados Unidos y decidió exiliarse; sentía que en su país no se podía vivir en libertad ni igualdad. Se instaló en varios países de Europa y también en Liberia y en las Islas Barbados, hasta que finalmente se mudó a Francia, donde permaneció hasta su muerte.

No podemos permitirnos ninguna pérdida más… Nos están matando uno a uno.

-Stars
Compuesta originalmente por Janis Ian, Nina hizo una versión magistral que interpretó en el Festival de Jazz de Montreaux, en 1976. Nina añadió parte de la letra y su inseparable piano.

La lentitud de la melodía, sus silencios y el desgarro de la voz procuran gotas densas de emoción contenida. La canción habla de la soledad, el fracaso y el éxito, de situaciones que la propia Nina padeció.

I want a little sugar in my bowl
Partiendo de una antigua canción de 1931, grabada por la gran Besse Smith, la versión de Nina en lo que se ha llamado dirty blues (blues sucio) exhibe una gracia pícara, con una letra de claras sugerencias sexuales. Los susurros de Nina y sus pausas añaden comicidad y entusiasmaron al público que tuvo la suerte de escuchar esta versión en Hamburgo, en 1988.

Años después de estos éxitos internacionales, en 1992, ya retirada en el sur de Francia, Nina escribió su autobiografía, I Put A Spell On You, y allí muere el 21 de abril de 2003, a consecuencia de un cáncer de mama. Tenía 70 años. Su cuerpo fue incinerado, y sus cenizas esparcidas en varios lugares del continente africano.

Dos días antes de su muerte, el Instituto Curtis, que la había rechazado como alumna por ser negra, le otorgó un título honorífico. Más vale tarde que nunca, aunque realmente resulta innecesario tal honor. Sus canciones la mantienen viva en los corazones de admiradores en todo el mundo por muchos, muchos años.

Nina, for ever.

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