Cine Yold. Repasando las películas sobre pontífices, entre las cuales hay algunas grandes interpretaciones
La jerarquía vaticana, preocupada por el poder terrenal y espiritual

Las películas sobre el Vaticano nunca han pasado inadvertidas en las taquillas. Hace muchos años que los productores se dieron cuenta, y decidieron entrelazar sus caminos en busca de un objetivo compartido por ambos universos: educar en valores éticos de una forma atractiva y entretener a toda la familia. Durante este tiempo se han estrenado películas sobre algunos de los Pontífices más reconocidos que han sostenido el báculo de San Pedro. ¿Te vienes con Ángel Domingo a repasarlas?
La primera mención al cine desde el Estado Vaticano fue realizada por el Papa Pío XII, quien explicó que “la educación tenía que ser compartida por la familia, la iglesia y la sociedad”. De esta manera, se realizó la primera referencia al poder del cine desde la cúspide de la Curia Vaticana.
–Francisco, el Papa del Nuevo Mundo (David Naglieri, 2016). En marzo de 2013, el mundo conoció a Francisco. Fue el primer pontífice nacido en el continente americano. El primer jesuita. Y el primero que eligió el simbólico nombre de Francisco. A las pocas semanas de su nombramiento, conquistó los corazones de medio planeta a través de su humildad y su prioridad por los más humildes. Sin embargo, él se mantuvo en el anonimato. Esta película trató de desvelar cuál fue el secreto de su popularidad.
–Karol (Orlando Corradi, 2007). Esta película, con un delicado tono intimista, recuerda la vida de un joven cura polaco llamado Karol. Desde su infancia en el pequeño pueblo de Wadowice hasta su ingreso en el seminario de Cracovia, pasando por los años de su juventud, la I Guerra Mundial, sus pasiones y sus amistades.
La película también registra el nombramiento como cardenal hasta que, en la noche del 15 de octubre de 1978, por voluntad de los cardenales de todo el mundo reunidos en la Capilla Sixtina del Vaticano durante el cónclave, se convertiría en el Papa Juan Pablo II.
–Juan Pablo II, el santo que amaba España (Eduardo Sánchez, 2003). Este documental es más que un mero recuerdo, es una investigación. ¿Por qué tuvo Juan Pablo II tanta predilección por España? ¿Pensó que la hispanidad marcaría el futuro de la Iglesia? ¿Previó la elección de un Papa latinoamericano? Este filme nos descubre un enigma apasionante. Al filo de sus cinco impactantes visitas, cuyas imágenes nos fascinarán, escuchamos las impresiones retrospectivas de los testigos más destacados de entonces. Contiene entrevistas exclusivas y anécdotas nunca contadas. Nadie hasta ahora había expuesto tan vivamente la complicidad entre España y Juan Pablo II.
–Los dos Papas (Fernando Meirelles, 2019). Terminamos este breve repaso con mi película favorita, tanto por su ejemplar diseño de producción, como por sus protagonistas; nada menos que Jonathan Pryce y el último ganador del premio Oscar, sir Anthony Hopkins, que encarnan al Papa Benedicto XVI, y a su sucesor, el Papa Francisco, que llegaron a ser los pontífices más poderosos del siglo XX. Su calidad la hizo merecedora de numerosos galardones en festivales tan prestigiosos como los Globos de Oro y los Oscar.
No se me ocurre mejor forma de terminar este breve artículo que explicando la forma de elección de un nuevo líder de la Iglesia, cuya culminación es la famosa fumata blanca que anuncia el acuerdo.
El cónclave es la reunión que celebra el Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica para elegir a un nuevo obispo de Roma, cargo que lleva aparejados el de Papa (sumo Pontífice y Pastor supremo) y el de Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. El nuevo Papa necesitará, al menos, sumar dos tercios de los votos de los cardenales presentes con derecho a votación.
Durante la fase que se conoce como de sede vacante, cuando el Papa anterior ha desaparecido y el nuevo aún no ha sido elegido, los cardenales se reúnen en las denominadas Congregaciones Generales, encargadas de gobernar la Iglesia Católica. Resolverán únicamente los asuntos ordinarios y los inaplazables. Tras la muerte de Juan Pablo II, estas reuniones comenzaron el 4 de abril, nada más fallecer el pontífice. El cónclave comenzó el día 18 de ese mismo mes.
Otra gran película sobre papas, Francisco, con Darío Grandinetti
Una vez acordados los detalles, comienza en la Capilla Sixtina el cónclave en sí mismo. Los cardenales participantes realizarán un juramento establecido en cada caso. A partir de ese momento no podrán comunicarse con el exterior y mantendrán “en secreto estricto” todo lo sucedido en el Colegio Cardenalicio. En concreto, igual que sucedió en la elección de Benedicto XVI, los cardenales han decidido que los electores no tengan acceso a teléfonos móviles, Internet, prensa ni televisión. Sin embargo -como ocurrió ya en 2005 por primera vez-, se les permite alojarse en la Domus Santa Marta, fuera de la residencia vaticana, para evitar la precariedad que suponía instalar a tantas personas en un espacio reducido.
En ese ambiente de clausura, se produce una primera votación llamada “de sondeo”. A partir de ahí, habrá cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde. El resultado de cada turno se transmitirá al exterior mediante la fumata, la columna de humo que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina, al quemar las papeletas de las votaciones de cada turno. Así, aunque haya cuatro votaciones diarias, solo habrá dos fumatas al día. Si el humo es negro, significará que no hay acuerdo entre los cardenales, y deberán seguir las deliberaciones. El acuerdo final se traducirá en una fumata blanca y el repique de las campanas de la Basílica de San Pedro.
Después de doce votaciones (en el tercer día de cónclave), si no se ha llegado a un acuerdo, está previsto que se produzca un receso de al menos un día para reflexionar. Un descanso similar está previsto si sigue sin haber nuevo Papa después de diecinueve votaciones (pasados cinco días). En el caso de Benedicto XVI, solo se necesitaron cuatro votaciones para lograr el acuerdo, ya que el cardenal Joseph Ratzinger se convirtió en Papa en la mañana del 19 de abril de 2005, un día después del comienzo del cónclave.
Ángel Domingo Pérez
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