Mundo Yold. Se cumplen 35 años del suicidio de Marta Lynch
Marta Lynch, la gran escritora que no supo aceptar el paso del tiempo

Sus libros fueron best seller en los 60 y 70 pero, más allá de su éxito, Marta Lynch vivió siempre sumida en una pelea contra el paso del tiempo, contra cualquier signo de decrepitud. La gran escritora, conferenciante e incluso política, terminó pegándose un tiro en la sien.
Desgraciadamente, su historia es conocida por su trágico final. Pero si la muerte de Marta Lía Frigerio de Lynch, más conocida como Marta Lynch, fue primera plana de todos los diarios argentinos al día siguiente de su muerte, fue porque había sido una de las escritoras más leídas desde mediados de los 60.
De gran mujer tenía hasta la fecha de nacimiento, el 8 de marzo. Aunque no se sabe bien de qué año (quizá 1932), ya que la escritora siempre mintió sobre su edad. Lynch perteneció al grupo de escritoras argentinas de la generación del 50 y 60, junto con otras grandes autoras como Silvina Bullrich, Beatriz Guido y Sara Gallardo.
Era una de las escritoras más leídas desde mediados de los 60.
Mucho más que una escritora
Después de estudiar literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires y de graduarse en un master de la Facultad de Letras de Berkeley, Marta Lynch supo mantener fuertes vínculos con editores, críticos y círculos literarios norteamericanos, logrando la traducción de algunos de sus libros al inglés y a otros idiomas. En Alemania, por ejemplo, fue elegida por la editorial Erdenan como uno de los 10 mejores cuentistas de Sudamérica.
Grandes libros como Al vencedor, La señora Ordóñez, Los dedos de la mano y La alfombra roja, entre otros, que llegaron a lo más alto de las listas de best selles y que hoy forman parte de la rica cultura literaria latinoamericana. Con Cuentos de colores, un libro que reúne un conjunto de doce relatos en los que es posible verificar su calidad excepcional de escritora, recibió el Premio Municipal de Literatura, a pesar de no haber contado con el apoyo de la crítica, de la que ella no era demasiado partidaria: “Todo lo que soy se lo debo a la gente que leyó mis obras y creyó en mí, en contra de los exquisitos y sofisticados que me combatieron duramente”, declaró la propia Lynch en una entrevista.
En Alemania fue elegida por la editorial Erdenan como uno de los 10 mejores cuentistas de Sudamérica.
Pero aparte de su excelente carrera como escritora, Marta Lynch despuntó como catedrática en simposios y universidades de Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Estados Unidos y Alemania. Durante varios años mantuvo una sección en el diario Clarín de Buenos Aires y escribió en otras publicaciones extranjeras. Toda una ocupación en paralelo a su carrera como escritora que era, según ella misma reconoció, una forma de entretenimiento que la alejaba del trabajo literario, en el fondo su gran obsesión.
Actividad política
Otra de las grandes ambiciones de Marta Lynch fue la política, aunque sus tendencias fueron muy cambiantes a lo largo de su vida. Su fascinación por el poder la llevó primero a la militancia en el desarrollismo que impulsaba el presidente argentino Arturo Frondizi, en la década de los sesenta. Montada en esa corriente política, más tarde comenzó a inclinarse hacia el peronismo.
Con Mújica Laínez
Despuntó como catedrática en simposios y universidades de Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Estados Unidos y Alemania.
En 1973 fue invitada de forma especial a ocupar un lugar en el avión chárter que regresaría desde Madrid con el general Perón, al concluir su exilio de 18 años. De esto se arrepentiría más tarde, cuando sus tendencias volvieron a dar un giro de 180 grados, posicionándose del lado de la dictadura militar. Es sabido que tuvo contactos con el temible almirante Massera y le asesoró en su proyecto político, para concluir al fin, ya en 1983, apoyando al radicalismo que impulsaba la figura del actual presidente de la nación, Raúl Alfonsín.
Ella siempre entendió la política como algo necesario en su vida: “La política me sacó de mi comodísimo mundo de la calle Madero. Era un mundo redondo, blando, perfecto. Y allí conocí a Arturo Frondizi, que irrumpió con su mundo y me sacó de esa blandura”.
Suicidio
Pero, ¿qué le ocurrió a Marta Lynch y por qué decidió quitarse la vida? Algunos aseguran que el factor decisivo fue el asomo de cáncer en la nariz que padeció, otros que su desesperación brotó porque tenía un brazo inutilizado por la pésima circulación, puede que la razón fuese el cansancio de tantas luchas con críticos, editores y lectores… o puede que todo. Según el escritor argentino Jorge Asís, “la mataron un poco todos los que adoptaban un tono de perdonavidas para referirse a ella. Yo les hubiera hecho un corte de mangas, pero ella se tomaba la vida y la literatura demasiado en serio”.
En 1973 fue invitada de forma especial a ocupar un lugar en el avión chárter que regresaría desde Madrid con el general Perón, al concluir su exilio de 18 años.
Lo cierto es que, semanas antes de morir, le había confesado a una amiga que se sentía vieja e inútil. Y es que, precisamente este fue uno de los tormentos de Lynch. Le aterrorizaba el deterioro físico y la decrepitud intelectual. Temía que se olvidaran de ella. Precisamente esto es lo que la sumió en una larga depresión, que tristemente terminó con su suicidio.
Así, en la madrugada del 8 de octubre de 1985, la escritora, de 70 años, entró a su despacho de su casa en Buenos Aires, cerró la puerta con pestillo, se sentó ante la máquina donde había escrito la mayoría de sus libros, miró el vacío, se colocó un revólver en la sien y disparó. Tan solo dejó una nota a su marido: “Perdóname. Te quiero y te he querido siempre, pero no puedo seguir viviendo de esta manera”. Marta Lynch libró una dura pelea durante toda su vida: la de combatir contra el paso del tiempo, contra el envejecimiento, contra cualquier signo de decrepitud. Una batalla imposible.
La noticia pronto sacudió al país argentino y conmocionó al sector literario de medio mundo. Los más influyentes escritores argentinos en aquel momento quisieron rendirle un homenaje a Lynch leyendo por radio uno de los cuentos de su último libro: No te duermas, no me dejes. Ese era el título que había elegido ella, que dejaría la vida tan cerca de su propia cama. La lloraron muchos y sigue en el recuerdo de otros tantos.
¿Conocías el triste final de Marta Lynch? ¿Has leído alguna de sus obras? No dudes en compartir tus sensaciones con nosotros a través de los comentarios o en alguna de nuestras redes sociales. ¡Nos vemos muy pronto!
Si había nacido en 1932, no habría tenido 70 años para la fecha de su suicidio, sólo 53. Es un caso interesante y controversial su vínculo con la política.
Marta Lynch nació en 1925 falleció a los 60 años. Estoy leyendo Los años de fuego. Muy bueno ?
Hay que estar MUY CONFUNDIDO para hacerse peronista
Hay que estar muy confundido para creer que los gobiernos “liberales” (o antiperonistas) gobiernan para la gente y no para las corporaciones económicas