Mundo Yold. Hoy viajamos con la exploradora que mejor retrató la China de finales del siglo XIX

Isabella Bird, la mujer que enfrentó la malaria, las inundaciones y las guerras para cruzar China

 

Carmen Matas
28 enero, 2022

Comenzó a viajar por prescripción médica y no dejó de hacerlo en toda su vida. Exploradora, escritora, fotógrafa y pionera del periodismo de guerra, Isabella Bird desafió los mandatos sociales impuestos a las mujeres del XIX por convertirse en una viajera incansable. Recogió todas sus vivencias y conocimiento de las distintas culturas en libros de viajes y fotografías.

En pleno siglo XIX, un momento en el que pocas mujeres podían tener una actividad fuera de sus casas, Isabella Bird desafió la guerra, las inundaciones y el desprecio masculino para completar arduos viajes en solitario, tanto por América como por el Lejano Oriente.

Haciendo honor a nuestro lema #OrgulloYold, Isabella Bird nunca se sitió demasiado mayor para seguir aprendiendo. De hecho, se convirtió en una famosa escritora de viajes a los 44 años y descubrió la fotografía a los 60. Ella rompió todos los moldes.

De 1894 a 1897, esta exploradora victoriana atravesó China en plena guerra con Japón, documentando las vidas de los hombres y mujeres que conoció a través de detallados relatos escritos y una impresionante colección de fotografías.

La intrépida exploradora recorrió a caballo miles de kilómetros

Isabella Bird desafió la guerra, las inundaciones y el desprecio masculino para completar arduos viajes en solitario.

Viajera por prescripción médica
Isabella Bird nació en 1831 en Yorkshire del Norte, Inglaterra. Su padre, un reverendo anglicano, le impuso una rígida educación religiosa que, en una paradoja típicamente victoriana, fomentó su inquietud intelectual y despertó su espíritu viajero. Pero Isabella no era un hombre y su papel debía limitarse al entorno doméstico. Sin embargo, sus trastornos nerviosos y sus persistentes dolores de espalda hicieron que los médicos le recomendaran aire libre y deporte para reponerse. También se le aconsejó un viaje marítimo, y eso es lo que le condujo a la travesía que la llevó a Estados Unidos. Desde ese momento, el imperativo de la movilidad fue un imprescindible en la vida de Isabella.

Esta intrépida mujer comenzó a escribir en 1854, precisamente en este viaje a Estados Unidos, que dio como resultado Una inglesa en América. Sin embargo, no fue hasta 1875 cuando encontró la fama con un relato de sus experiencias en Hawai. Bird regresaba de un viaje desafortunado por Australia cuando se enamoró de estas islas. Fue así como se embarcaba en su carrera editorial: sus cándidos relatos de viajes se convirtieron instantáneamente en éxitos de ventas, y todavía hoy siguen siéndolo.

Sus trastornos nerviosos y sus persistentes dolores de espalda hicieron que los médicos le recomendaran un viaje marítimo. Así empezó a viajar.

Se convirtió en una respetada viajera internacional. Sus opiniones fueron solicitadas por importantes personalidades, tales como primeros ministros, embajadores y periodistas de la época. Sus libros eran atractivos, accesibles y entretenidos y abrió un mundo de viajes para todo aquel con espíritu de explorador… sin necesidad de moverse del sillón.

Inmersión en China
En 1894 Isabella partió de Liverpool al Lejano Oriente
sin saber que estaba viajando hacia la Primera Guerra Sino-Japonesa por el control de Corea. Bird recorrió casi 15.000 kilómetros en este prolongado viaje, tanto a caballo, como en carro y bote. Por supuesto, sus fieles compañeras de viaje fueron su cámara recién adquirida y sus habilidades fotográficas para documentar su viaje.

Una de las fotografías tomadas por Bird

Atravesó el país, desde Hangzhou hasta Hong Kong y de un extremo al otro del río Yangtze, además de aventurarse en Corea y Japón. Fue deportada de Corea tan solo con lo puesto, sin dinero ni equipaje, viéndose obligada a refugiarse en China.

Sus cándidos relatos de viajes se convirtieron instantáneamente en éxitos de ventas, y todavía hoy siguen siéndolo.

Allí vivió las inundaciones de la llanura de Manchuria y arriesgó su vida ayudando a los aldeanos que se ahogaban en terribles tormentas antes de sucumbir a la malaria. También se rompió el brazo cuando el carro en el que viajaba se volcó a algunos kilómetros de la casa del misionero que la iba albergar.

Portada de la biografía de Deborah Ireland sobre la viajera

Por sus heridas, debió permanecer cierto tiempo en la ciudad de Shenyang. Allí pudo pasar mucho tiempo conociendo a los médicos misioneros y fotografiando a sus pacientes, muchos de los cuales padecían lepra o los efectos de la adicción al opio. Sus fotografías de esta época muestran pagodas y palacios, así como las callejuelas de la ciudad y los rostros devastados de los enfermos.

En China vivió las inundaciones de la llanura de Manchuria y arriesgó su vida ayudando a los aldeanos que se ahogaban en terribles tormentas antes de sucumbir a la malaria.

Zapatero callejero fotografiado por Bird

Un viaje plagado de dificultades
Mientras viajaba por el interior de China tuvo que enfrentarse a plagas de ratas y otras alimañas. También tuvo que adoptar la vestimenta local, ya que la ropa ajustada y confeccionada a la que estaba acostumbrada era considerada ofensiva por la población. Aunque esto no quiere decir que consiguiera escapar del todo a la curiosidad y hostilidad de los lugareños, que no estaban acostumbrados a ver a un extranjero, y mucho menos a una mujer extranjera, viajando.

La autora Deborah Ireland, en su libro sobre Isabella Bird, asegura que “sus paradas nocturnas eran un verdadero problema debido al revuelo que generaba con su llegada. Esto podría ir desde la curiosidad hasta la hostilidad extrema. Desde agujeros perforados en las paredes de su habitación, seguidos de susurros y risas, hasta un alboroto en toda regla con gritos de ‘diablo extranjero’ y ‘devorador de niños’”.

Vestida a la moda de Manchuria

A pesar de las dificultades, los relatos de Bird sobre sus viajes fueron aclamados por la crítica, incluso en ese momento, como los más minuciosamente documentados de la China de finales del siglo XIX. La mirada de Isabella no recreaba, como era habitual en aquel momento, lo pintoresco desde lo escrito por otros viajeros, sino que buscaba el conocimiento directo de la realidad local.

La joven Isabella (centro) en una de las tiendas de campaña que habitó durante sus viajes

Los relatos de Bird sobre sus viajes fueron aclamados por la crítica, incluso en ese momento, como los más minuciosamente documentados de la China de finales del XIX.

Aventurera hasta el final
Isabella nunca dejó de ser una auténtica aventurera. Con nada menos que 60 años emprendió un viaje rumbo a La India. Viajó a Ladakh, en el Himalaya, y bordeó el Tíbet. En Kashmir, el marajá le legó un terreno para construir un hospital en memoria de su marido. Bird trabajó en el proyecto junto a Fanny Jane Butler, una de las primeras médicas salidas de la London School of Medicine for Women.

Cuando dio por terminada su labor, continuó la travesía junto a un grupo de soldados británicos que se dirigían a Teherán y Bagdad. Atravesó Persia, el Kurdistán y Turquía. Al volver a Inglaterra fue admitida en la Royal Geographical Society. Fue la primera mujer que ingresó como miembro de pleno derecho en esta prestigiosa institución británica.

Una mujer que nos dejó el más valioso legado: el de grabarnos a fuego que nunca se es demasiado mayor para hacer aquello en lo que creemos. Ella nos demostró con hechos que, si es lo que queremos, podemos empezar una nueva profesión a los 60.

¿Conocías a Isabella Bird? ¿Serías capaz de comenzar una nueva profesión a los 60? No dudes en compartir tus sensaciones con nosotros a través de los comentarios o en alguna de nuestras redes sociales. ¡Nos vemos muy pronto!

Comentarios

  1. Nuri Coromina Ferrer dice:

    No la conocía. Es un ejemplo para las mujeres. Tuvo el valor de ir hacia lo desconocido para dejarlo en forma de fotografías a sus contemporaneos, en el inicio de las fotos. Seguro que sufrió lo suyo pero ella no se amedrantó. Que suerte que poderla conocer ahora.

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