Mundo Yold. Aventuras y desventuras de la gran bailarina

Isadora Duncan, una vida marcada por la tragedia, los lujos y el desenfreno

 

 

Redacción Yold
10 julio, 2023

La vida de Isadora Duncan parece escrita por un guionista de inmensa imaginación y gran sentido de la tragedia. La muerte de sus dos hijos, y la suya propia, causadas por las tres por accidentes de coche, así como su éxito en los teatros de todo el mundo y su intensa vida amorosa, hacen de esta mujer un ser verdaderamente excepcional, tanto que si fuera un personaje de película nos parecería poco creíble… ¿Quieres conocer más detalles de esta gran artista y su increíble y trágica vida?

Ya su misma infancia fue especial; ni sus padres ni su educación fueron convencionales. Su madre, abandonada por su marido con cuatro hijos, daba clases de piano para mantenerles y sobrevivían con las pequeñas ganancias de la escuela de danza que montó en un barrio de San Francisco (California) y en la que la propia Isadora, la hija menor, fue profesora. La pequeña, apasionada por el baile desde los seis años, a los diez abandonó del todo sus estudios para dedicarse a la danza por completo.

Era tal su pasión que logró convencer a la familia para emigrar a Europa. Isadora no se conformaba con bailar en salones burgueses, quería triunfar en los mejores escenarios de todo el mundo. Y así fue. En Berlín entró en la compañía de otra bailarina excepcional, Loie Fuller, hasta lograr un contrato para bailar en solitario.

A los diez años, Isadora abandonó los estudios para dedicarse por entero a la danza.

De esta forma, empezó su carrera internacional y también su intensa vida amorosa. Tras una relación apasionada con el que fuera el padre de su hija Deirdre, conoció al magnate de las máquinas de coser, Paris Singer, con quien tuvo un hijo, Patrick.

Con su hija Deirdre

Sus hijos murieron ahogados al precipitarse al Sena el vehículo en el que viajaban.

Isadora llevaba a gala ser madre soltera, rechazaba de plano el matrimonio y sentía total plenitud por sus éxitos como bailarina. Pero esta felicidad le duraría poco. Su vida sufrió un durísimo revés del que nunca se pudo recuperar del todo: sus dos hijos murieron fatalmente, en París, en un accidente cuando el automóvil en el que viajaban con su niñera se precipitó al río Sena. Era el año 1913, los niños solo tenían 7 y 3 años. Al parecer, el chófer perdió el control del vehículo al cruzar uno de los puentes sobre el río.

Maternal imagen con Deirdre

Vida loca y desenfreno para huir del dolor
Isadora se abandonó a la tristeza más profunda y partió en un viaje que terminó en Italia, donde conoció a un joven, del que tuvo un niño que murió a las pocas horas de nacer. Una vez más, Duncan va encadenando tragedias.

Descalza y envuelta en gasas, Isadora bailando era como un ave volando

Interesada en la revolución rusa, recaló en la recién nacida Unión Soviética invitada por Lenin. Allí conoció y se casó con un poeta, casi veinte años más joven que ella, que resultó desembocar en una relación terrible, pues Sergei Esenin, además de problemas con el alcohol, padecía un trastorno mental que le llevó, años después, al suicidio. Fue el único hombre con el que se casó, pero el matrimonio duró muy poco y nuestra bailarina se dio a toda clase de excesos, viviendo noches locas de alcohol y danzas catárticas.

Con sus dos pequeños

El último momento de su vida tuvo el acento trágico que parecía corresponderle. Isadora tenía 50 años, vivía en Niza una vida libre, a su modo, aunque arruinada. Un día subió a un Bugatti descapotable que conducía un guapo italiano. Como siempre, iba elegantemente vestida. Un largo foulard rodeaba su esbelto cuello blanco. Se dice que, antes de su subir al descapotable, se despidió de sus amigos con estas palabras: “¡Adiós, amigos míos, me voy a la gloria!”.

Rodeada de sus pequeñas alumnas

Isadora se dio a toda clase de excesos, viviendo noches locas de alcohol y danzas catárticas.

Con sus hijos un año antes del accidente (1912)

Solo unos minutos después, en un instante, moría estrangulada. El foulard se enrolló alrededor de una de las ruedas, la arrastró fuera del vehículo e Isadora salió despedida hasta precipitarse sobre la calzada. The New York Times, el 15 de septiembre de 1927 publicó así el relato del accidente: “El automóvil iba a toda velocidad cuando la estola de fuerte seda que ceñía su cuello empezó a enrollarse alrededor de la rueda, arrastrando a la señora Duncan con una fuerza terrible, lo que provocó que saliese despedida por un costado del vehículo y se precipitase sobre la calzada de adoquines.

Así fue arrastrada varias decenas de metros antes de que el conductor, alertado por los gritos, consiguiese detener el automóvil. Se obtuvo auxilio médico, pero se constató que Isadora Duncan ya había fallecido por estrangulamiento, y que sucedió de forma casi instantánea”.

Isadora fue una admiradora ferviente de los diseños de Mariano Fortuny, particularmente de la túnica Delphos (en la imagen)

Rompiendo la danza clásica
Si en su vida personal, Isadora vivió como quiso, como no podía ser de otra forma, también bailó como quiso. Sus ideas contra el matrimonio y la maternidad convencional, contra la opresión de las clases trabajadoras y el feminismo, los trasladó a su carrera como bailarina y rompió todos los rígidos esquemas de la danza clásica.

Se rebeló contra los tutús y las zapatillas de punta. Bailaba descalza y sin maquillaje.

Impresionante cuadro de danza reflejado en las aguas de un estanque, con coreografía de Isadora (1924)

Se rebeló contra los tutús y las zapatillas de punta. Bailaba descalza y sin maquillaje. Sus movimientos eran libres, cero convencionales, inspirados “en las olas del mar”, como ella misma declaró, y dejaban transparentar su cuerpo apenas cubierto por unos velos y gasas transparentes.

Con el malogrado, trastornado y alcoholizado Sergei Esenin

Realmente, Isadora vivió la vida intensamente, y si en algunos aspectos es digna de lástima, en otros nos despierta admiración. Fue madre soltera y vivió la muerte de sus tres hijos. Triunfó en los escenarios más prestigiosos del mundo y sintió la incomprensión y el desprecio del público fracasó en otros. Vivió en la opulencia y la pobreza. Fue una derrochadora y también intentó paliar la miseria de las clases trabajadoras.

Por ejemplo, fundó en Grunewald (Alemania) una escuela de danza, financiada enteramente por ella, cuyas alumnas eran niñas de familias obreras. Sintió el más apasionado de los amores y también la soledad devastadora.

En suma, una vida de extremos para una mujer artista, verdadera y libre.

Vanessa Redgrave interpretando a Isadora

Su autobiografía, Mi vida, es de lectura altamente recomendable. Publicada en 1929, sólo dos años después de su muerte, recoge los episodios más sorprendentes de su biografía y las amistades que mantuvo con personajes como Rodin, Stanislavsky, Eleonora Duse o D’Annunzio.

Poster de la película Los hijos de Isadora

También recomendable es la película Los hijos de Isadora, del francés Damien Manivel. Está basada en Mother, una coreografía creada por Duncan para una sola bailarina. Otras películas también abordaron su vida. Quizá la más famosa sea la protagonizada por la gran Vanessa Redgrave, en Isadora (1968). En 2016, Lily-Rose Depp (hija de Johnny) la interpretó en The Dancer (2016).

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